Beirut. AFP. El Ejército libanés se desplegó ayer en barrios sunitas de Beirut, donde se enfrentó a tiros con hombres armados, y el líder opositor, Saad Hariri, se mostró decidido a acabar con el gobierno de su rival, Najib Mikati.
En un comunicado, el Ejército manifestó su determinación de “restablecer la seguridad y preservar la paz civil” en el país, e indicó que mató al palestino Ahmad Quaider, que disparó con un arma ligera contra una patrulla en el suroeste de la capital.
Los soldados se desplegaron en Tariq al-Jdidé y barrios vecinos, bastiones de partidarios de Saad Hariri, y todas las avenidas fueron abiertas en la capital.
Por la mañana, los soldados fueron blanco de disparos de hombres armados cuando quisieron reabrir la vía que conduce a Tariq al-Jdidé. El Ejército respondió a los tiros.
“El Ejército tomará medidas enérgicas sobre todo en zonas donde hay enfrentamientos confesionales, para impedir que el Líbano se transforme de nuevo en un campo de batalla para solucionar diferendos regionales”, advirtió.
Líbano es un país multiconfesional donde cristianos, sunitas y chiitas representan cada cual un tercio de la población.
Si la mayoría de los sunitas es hostil al régimen sirio de Bashar al-Asad en Siria, por el contrario, la mayoría de los chiitas lo apoya. La comunidad cristiana está dividida.
Pedido de moderación. Por otra parte, el Ejército pidió a los dirigentes políticos libaneses “ser cincunspectos en la expresión de sus posiciones y de sus ideas (...) pues el destino del país está en juego”.
El domingo, los funerales de uno de los jefes de la seguridad libanesa, un sunita allegado a Saad Hariri y enemigo jurado del Gobierno sirio, derivó en choques callejeros contra el primer ministro Mikati, después de que un dirigente de la corriente de Hariri pronuncó un encendido discurso, acusándolo de encubrir este “crimen”.
Si bien el jefe del Gobierno y varios ministros son sunitas, el actual gabinete está dominado por aliados del Hezbolá chiita, movimiento armado allegado a Siria e Irán.
Toda la noche del domingo, el Ejército persiguió a hombres armados en Tariq al-Jdidé, en el oeste de Beirut, donde se oyeron ráfagas de armas automáticas y explosiones de cohetes antitanques, según una fuente de seguridad.
En Trípoli, en el norte del país, siete personas murieron ayer (dos alauitas y cinco sunitas) y otras 12 resultaron heridas, en enfrentamientos entre un barrio de mayoría alauita, la confesión del clan del presidente sirio, y otro sunita.
El domingo por la noche, Saad Hariri manifestó su determinación de “derrocar el Gobierno de manera pacífica y democrática”, criticando el apoyo de los países occidentales a Mikati de los países occidentales.
“No estamos obligados a seguir los consejos de quienes piensan que a Líbano le conviene” mantener el gobierno actual. “El interés del Líbano es la caída del Gobierno”, subrayó.