Washigton. EFE. Estados Unidos divulgó ayer su estrategia antidrogas para el 2013, en la que se incluye ampliar los fondos y el acceso a programas de tratamiento y salud mental a más de 60 millones de personas para el 2020 mediante la reforma sanitaria.
El documento, presentado en la Universidad de Johns Hopkins en Baltimore, propone que las políticas antidrogas se basen en la “ciencia y no la política”, por considerar que la drogadicción “no es solo un asunto de la justicia criminal, sino también una gran preocupación de salud pública”.
El texto hace énfasis en políticas para el combate “inteligente” contra el crimen derivado del consumo de drogas, de tal forma que, en vez de ir a la cárcel, los infractores no violentos vayan a programas de tratamiento.
La estrategia incorpora reformas del sistema de justicia criminal, incluyendo tribunales para drogadictos y programas para reducir las tasas de encarcelamiento, junto a programas comunitarios.
La estrategia también subraya la necesidad de combatir el abuso de medicamentos recetados, incluyendo analgésicos, muchos de los cuales contienen opioides y crean dependencia.
Cooperación regional. En aras de “responsabilidad compartida”, el documento destacó la urgencia de continuar la cooperación en la lucha antidrogas con México y Centroamérica, para que los progresos registrados con esos países “no resulten en el desplazamiento de la amenaza (del narco) a la región”.
Según datos oficiales, el consumo de drogas en EE. UU. ha bajado sustancialmente en los últimos 30 años, en parte por la cooperación entre las autoridades locales, estatales, federales e internacionales.
En años recientes, el consumo de la cocaína bajó un 50%, mientras que el de metanfetaminas disminuyó en una tercera parte desde 2006.
Sin embargo, el uso de la heroína aumentó de 373.000 personas en 2007 a 620.000 en 2011.
El plan incluye un incremento de $1.500 millones para programas de prevención y tratamiento.