El primero, llamado Corail-Cesselesse, cuenta con miles de carpas espaciosas, resistentes a los huracanes, construidas sobre un terreno cuidado, mientras que el cercano asentamiento que retoma el apellido del presidente estadounidense para captar la atención de los extranjeros, está lleno de carpas agujereadas de plástico, sostenidas con palos de madera sobre un monte de barro.
Corail tiene un almacén lleno de provisiones del Programa de Alimentos de la ONU para sus más de 3.000 residentes. Los 8.500 del campo Obama piden agua y comida de forma desesperada.
La entrada a Corail está protegida por cascos azules de la ONU y la policía haitiana. Los residentes del campo Obama han colocado una bandera haitiana para marcar su carpa de seguridad vacía.
Los campos de refugiados, vecinos en las elevaciones de una montaña sin árboles, son una muestra de la respuesta poco equitativa al terremoto de Haití.
Los gobiernos extranjeros, agencias y organizaciones han prometido más de $12.700 millones en ayuda, incluyendo $2.800 millones en respuesta humanitaria y otros $9.900 millones anunciados durante una conferencia de donantes en la sede de la ONU el 31 de marzo.
“Hemos oído que los extranjeros han dado mucho dinero en ayuda, pero aquí aún vivimos de la misma forma que antes, y seguimos muriendo de la misma forma que antes”, dijo Duverny Nelmeus, un soldador de 52 años que ahora es el coordinador del campo Obama.
Las necesidades de Haití son aún enormes, pero más de 100 días después del terremoto, el plan para lidiar con ellas no está claro.
Edmond Mulet, jefe civil de la misión de la ONU en Haití, dijo que la ayuda que se ha entregado a la población que quedó sin techo sigue siendo endeble para soportar posteriores emergencias. “Haití necesita una etapa de estructuras más sólidas, con vida más prolongada”, expresó.
Cerca de 1,3 millones de personas fueron desplazadas debido al terremoto de magnitud 7,0.
Cientos de miles se abarrotan en asentamientos, que al igual que el campo Obama, crecieron sin o con muy poca planeación.
Los haitianos se niegan a volver a casa debido a las réplicas y los rumores de que habrá más. El presidente René Preval advirtió de otro terremoto este mes.
De momento, los afortunados se quedan en el campo Corail, donde varios voluntarios muestran a los recién llegados donde está la carpa de la policía y donde se están construyendo 342 inodoros y 24 duchas.
En el campo Obama nadie recuerda qué grupo u organización de ayuda llegó en qué momento.