Panamá. AFP. Las múltiples actividades del crimen organizado en Centroamérica, una de las regiones más violentas del mundo, ha incrementado la contratación de la seguridad privada, sobre todo en el Triángulo Norte, donde la fuerza pública es desbordada.
Según cifras recientes de la Federación Panamericana de Seguridad Privada, en Centroamérica hay más de 200.000 personas dedicadas a este negocio, la mayoría en condiciones de informalidad.
En el Triángulo Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador), la concentración de este tipo de servicios es mayor debido a la incidencia del crimen organizado y de las maras o pandillas.
Omar Garrido, representante para Centroamérica de Asis, organización internacional dedicada a la seguridad privada, estima que la cifra real podría ser de unos 300.000 guardias privados en Centroamérica, de los cuales 200.000 operan en el Triángulo Norte.
Según datos del sector, el crecimiento de las empresas de seguridad ronda el 8% anual en Centroamérica, una región que posee las tasas de homicidio más altas del planeta, según estudios de la ONU.
Honduras, con 92 homicidios por cada 100.000 habitantes es el país sin guerra más peligroso del mundo. Le siguen El Salvador con una tasa de 69 y Guatemala con 39.
Según la ONU, la guerra desatada por México contra los cárteles del narcotráfico ha obligado a estas organizaciones a desplazarse hacia los países del Istmo, donde han encontrado un campo abonado por la pobreza, el desempleo juvenil y la corrupción gubernamental.
En Guatemala, los guardias de seguridad cuadruplican en número los 24.000 miembros de la fuerza pública, mientras que en Honduras duplican a los 29.000 agentes de la Policía. En Costa Rica, los guardias privados también duplican a los 13.000 efectivos estatales.
Secuestros, extorsiones y asaltos a contenedores que transportan mercancías en las carreteras son algunas de las actividades criminales que más preocupan a los empresarios centroamericanos.
Semanalmente se pierden 14 contenedores en Honduras; 10 en Guatemala y ocho en El Salvador, según un empresario con actividades en toda la región, quien prefirió mantener el anonimato.
Sin embargo, la mayoría de guardias privados están mal pagados y carecen de preparación adecuada para enfrentar la delincuencia, lo que en ocasiones lleva a que terminen delinquiendo o sirviendo al narcotráfico.