Víctimas de tortura develan el lado más oscuro de China

Personas se atreven a hablar tras años de castigos sin ser llevadas a juicio

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Pekín. EFE. Zhu Guiqin tiene 50 años y ya no le crece el pelo. Es una de las huellas que le dejaron los golpes con porras eléctricas que recibió durante años en un campo de reeducación, las cárceles extrajudiciales que el Gobierno chino anuncia que abolirá.








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