Jerusalén AFP Las tensas relaciones entre Benjamín Netanyahu y la Casa Blanca podrían complicarse aún más, después de que la prensa afirmó que Israel espió las negociaciones de las grandes potencias con Irán sobre el programa nuclear iraní.
En su edición del martes, el diario The Wall Street Journal afirmó, al citar a un alto funcionario de Washington, que Israel robó secretos de Estados Unidos y los transmitió a congresistas estadounidenses contrarios a las negociaciones, con el fin de que los usaran contra los esfuerzos diplomáticos de la Casa Blanca y del Departamento de Estado.
“Una cosa es que Estados Unidos e Israel se espíen mutuamente. Pero otra cosa es que Israel robe secretos de Estados Unidos y los comparta con legisladores estadounidenses para sabotear la diplomacia de esa nación”, escribe The Wall Street Journal .
Israel lo desmintió inmediatamente. “Esta información no es cierta. Obviamente, Israel tiene que defender sus intereses en materia de seguridad y tenemos nuestros propios servicios de inteligencia. Pero nosotros no espiamos a Estados Unidos”, dijo el ministro israelí de Exteriores, Avigdor Lieberman.
“Obtuvimos nuestras informaciones de otras fuentes, no de Estados Unidos. Las instrucciones han sido claras desde hace décadas: no espiamos a Estados Unidos”, agregó.
“Hay suficientes participantes en estas negociaciones, incluidos los iraníes”, insistió, al insinuar que las filtraciones podían tener otro origen.
La actividad desplegada por el Gobierno saliente contra las negociaciones sobre el programa nuclear iraní, incluida la intervención de Netanyahu en el Congreso el 3 de marzo, irritó a la Casa Blanca.
“El carácter público de la mutua hostilidad” entre (el presidente de EE. UU., Barack) Obama y Netanyahu “representa el punto más bajo de la relación”, opinó Jonathan Rynhold, autor de un libro sobre las relaciones entre Estados Unidos e Israel.
La Administración estadounidense cuestionó incluso la credibilidad de Netanyahu.
“Las palabras cuentan. Si usted dice algo diferente al cabo de dos días, ¿qué es lo que hay que creer?”, dijo el lunes el Departamento de Estado. “No leemos en su pensamiento”.
La campaña electoral de Ne- tanyahu exasperó por diversas razones a Washington.
Para hacerse elegir, Netanyahu prometió que no habrá un Estado palestino, que Jerusalén nunca será la capital de un Estado palestino, que continuará con la colonización y esgrimió el peligro de un voto masivo de los árabes israelíes.
Obama criticó las declaraciones de Netanyahu sobre el voto de los árabes israelíes, dando a entender que el primer ministro socavaba la democracia israelí.
Las declaraciones poselectorales de Netanyahu no tranquilizaron a Washington y la Administración estadounidense dijo que estaba obligada a reevaluar el apoyo histórico que aporta a Israel en la ONU.
Algunos expertos sospechan que la Casa Blanca aprovecha las circunstancias para presionar a Netanyahu, abocado ahora a la formación de su nuevo gobierno.
Otros consideran que la polémica con Israel distrae a la opinión publica de las negociaciones con Irán.
Las declaraciones de Obama “muestran claramente el daño diplomático y el daño que sufre la imagen de Israel en Occidente”, escribió el martes el diario Haaretz , crítico notorio de Netanyahu.
En cambio, Israel Hayom , un diario favorable a Netanyahu criticó violentamente a la Casa Blanca que “superó todos los límites”.
“Netanyahu se disculpó. ¿Qué más quieren?”, pregunta el diario.
Obama quería un gobierno de izquierda, pero los electores decidieron otra cosa y los estadounidenses deben “respetar al elector israelí”, afirmó Israel Hayom.
Obama dijo el martes que su discrepancia con el primer ministro Netanyahu sobre cómo alcanzar un acuerdo de paz en Oriente Medio es de fondo pero no personal.
“Tengo muy buenas relaciones de trabajo con el primer ministro”, dijo Obama a periodistas en una rueda de prensa conjunta con el presidente afgano, Ashraf Ghani.
“Él está representando los intereses de su país de la forma que cree que tiene que hacerlo, y yo estoy haciendo lo mismo. Pero esto no se trata de un asunto de relaciones entre dirigentes”.
“Se trata de un desafío muy claro y significativo. Nosotros creemos que dos Estados es la mejor solución en aras de la seguridad de Israel, las aspiraciones de los palestinos y la estabilidad regional”, añadió.
“Es nuestro punto de vista y seguirá siéndolo. Y el primer ministro israelí tiene otra visión”.
“Se trata de encontrar la manera de resolver un problema político espinoso con consecuencias cruciales para los dos países y toda la región”, declaró el mandatario durante la rueda de prensa.