Kigali
Los ruandeses celebraron este sábado la victoria del jefe de Estado saliente Paul Kagame, reelegido con más del 98% de los votos para un tercer mandato de siete años al frente de un país que dirige con mano de hierro desde hace 23 años.
La amplia victoria de Kagame, de 59 años, al que sus seguidores alaban por haber terminado con el genocidio de 1994 y enderezado la economía de Ruanda, y al que sus críticos califican de déspota, no fue ninguna sorpresa.
"Estoy muy feliz. Esperaba esta victoria", declaró este sábado Yvette Uwineza, una informática de 36 años. "La continuidad es tranquilizadora", añadió.
La Comisión Electoral publicó este sábado los resultados completos de las elecciones en las que Kagame obtuvo el 98,63% de los votos, un resultado aún mejor que en el 2003 (95%) y el 2010 (93%).
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La participación alcanzó el 96,42% de los 6,2 millones inscritos en las listas electorales.
El independiente Philippe Mpayimana logró un 0,73% de los sufragios, y Frank Habineza, líder del Partido Democrático Verde, la única formación opositora en Ruanda, obtuvo un 0,47% de los votos.
Estados Unidos cuestionó este sábado los resultados. "Nos preocupan las irregularidades observadas durante los comicios y reiteramos nuestras viejas inquietudes sobre la integridad del proceso de recuento de los votos", declaró la portavoz del departamento de Estado estadounidense, Heather Nauert, en un comunicado.
La diplomacia estadounidense lamentó asimismo "la falta de transparencia para determinar la elegibilidad de los candidatos potenciales", según el mismo texto.
El porcentaje de sufragios alcanzado por el presidente reelecto coincide con el resultado del referendo del 2015, en el que los ruandeses votaron a favor de una modificación de la Constitución que le permitió a Kagame postularse para un tercer mandato y, en caso de victoria, presentarse a otras dos elecciones presidenciales.
Cerca del 98% de los votantes aprobó esa reforma, criticada por los observadores, que podría permitirle a Kagame seguir en el poder hasta el 2034.
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"Esto confirma que los ruandeses han hecho una elección con vistas al futuro que quieren", declaró el viernes por la noche el jefe de Estado ante miles de seguidores reunidos ante la nueva sede de su partido, el Frente Patriótico Ruandés (FPR) en la capital, Kigali.
Sus dos adversarios, que habían pasado casi desapercibidos en una campaña monopolizada por el FPR, el partido que controla todos los ámbitos de la sociedad del país africano, admitieron su derrota.
Los ruandeses se reunieron en distintos lugares del país para celebrar discretamente esa victoria, a su manera, sin grandes efusiones en las calles.
El viernes por la noche y hasta altas horas de la madrugada, tras unas elecciones que discurrieron sin sobresaltos, cientos de personas se reunieron en Kigali en un gimnasio cercano al estadio nacional para bailar y festejar la victoria del presidente.
El mandatario es el líder de facto de Ruanda desde que el FPR derrocó en julio de 1994 al Gobierno extremista hutu que desencadenó el genocidio que causó la muerte de 800.000 personas, sobre todo miembros de la minoría tutsi.
Primero fue vicepresidente y ministro de Defensa, dirigiendo el país en la sombra, antes de que el Parlamento lo nombrara presidente en el año 2000. En el 2003 y el 2010, fue reelegido por los ruandeses con más del 90% de los votos.
El presidente es considerado como el principal artífice del espectacular desarrollo económico de un país que quedó exangüe tras el genocidio, pero los grupos defensores de los derechos humanos lo acusan de no respetar la libertad de expresión y de reprimir cualquier tipo de oposición.