Johannesburgo. AFP. El presidente sudanés, Omar al-Bashir, acusado de genocidio por la Corte Penal Internacional (CPI), salió ayer de Sudáfrica, pese a que la Justicia sudafricana le había prohibido dejar el territorio.
Al-Bashir, vestido con una túnica blanca, descendió del avión en un ambiente triunfal en Jartum, a donde llegó tras participar en Sudáfrica en una cumbre de la Unión Africana (UA).
La CPI, que acusa al presidente sudanés de crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y genocidio, había pedido, el 28 de mayo, a Sudáfrica (integrante del tribunal internacional) que lo arrestara si entraba en su territorio.
“Estamos muy decepcionados de que no lo hayan detenido”, declaró James Stewart, adjunto de la fiscala de la CPI Fatou Bensouda. “Nuestra postura siempre ha sido que la obligación de Sudáfrica era clara; debía detenerlo”.
“Aquí no está la sede de la CPI y no la queremos en la región”, respondió al término de la cumbre el presidente zimbabuense, Robert Mugabe, quien ejerce la presidencia rotatoria de la UA. Los Estados africanos que firmaron el tratado de la CPI “lo lamentan ahora”, añadió.
Un tribunal de Pretoria ordenó el domingo , a petición de la CPI, que al-Bashir no saliera del país mientras no se hubiera estudiado su caso. Era la primera vez que la Justicia de un país africano intentaba impedir que un jefe de Estado activo dejara su territorio a instancias de La Haya.
Luego de la marcha del jefe de Estado sudanés, este tribunal consideró que el Gobierno sudafricano había violado la Constitución, al no detener a al-Bashir.
Por la tarde, el Gobierno sudafricano anunció que abriría “una investigación sobre las circunstancias en las que el presidente sudanés abandonó el país”.
Por su parte, la delegación sudanesa no parecía preocupada por la decisión judicial, luego de que al-Bashir participó en la UA y posara para la foto oficial.
“Estamos aquí como invitados del Gobierno sudafricano. Ese gobierno nos dio garantías”, dijo el domingo el ministro sudanés de Relaciones Exteriores, Ibrahim Ghandur.
Al-Bashir “continuará participando con normalidad en las cumbres internacionales”, añadió Ghandur el lunes, a su llegada al aeropuerto de Jartum.
“La autoridad de la CPI debe respetarse”, subrayó ayer el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon.
Relación. La corte, creada en el 2002 en La Haya para juzgar a responsables de genocidio y criminales de guerra, emitió dos órdenes de arresto contra al-Bashir, en 2009 y 2010, respecto a Darfur , región del oeste de Sudán presa de la violencia interétnica.
Según la ONU, al menos 300.000 personas han fallecido y 2,5 millones han tenido que huir de la zona durante el conflicto.
El tribunal internacional es, desde hace años, el blanco de una agresiva campaña de jefes de Estado africanos que lo acusan de racismo y de perseguir solo a dirigentes del continente.
“Mi impresión es que, al dejarlo venir (los dirigentes sudafricanos), querían demostrar al resto del mundo que comparten la opinión de África sobre la CPI”, opinó Jakkie Cilliers, director general del Instituto de Estudios de Seguridad (ISS), de Pretoria.
Estados Unidos, que no es miembro de la CPI, se declaró “decepcionado” de que se dejara salir del país al presidente.
Al-Bashir, de 71 años, gobierna Sudán por un golpe de Estado en 1989. F ue reelegido en abril, sin oposición y con 94% de los votos, para un nuevo mandato de cinco años. Desde 2009 redujo sus viajes al extranjero y prefiere países que no son miembros de la CPI.