CAMPAMENTO ZAATARI, Jordania. AP. En este extenso campamento de refugiados en el desierto en Jordania, donde viven miles de niños que huyeron de la guerra civil en Siria, unos cuantos pudieron sonreír el domingo en una presentación de varios payasos.
Cinco comediantes europeos que trabajan para Mabsutins, un circo privado de España afiliado con la organización Payasos sin Fronteras, con sede en Estados Unidos, se presentaron ante aproximadamente 60 niños.
Más de 100.000 personas viven en este campamento barrido por el viento, a solo 16 kilómetros de la frontera con Siria, y para los niños lo suficientemente afortunados que disfrutaron del espectáculo, los ayudó en parte a olvidar los retos que enfrentan.
“Fue lo mejor que he visto en mi vida”, dijo Rana Ziad, de 10 años, quien huyó del abrumado poblado fronterizo de Daraa junto a sus padres y seis hermanos y hermanas hace un año. “Me divertí mucho, me encantó”.
M ás de dos millones de sirios han huido de la guerra civil , que ya está en su tercer año, buscando refugio en países vecinos como Jordania, Líbano, Turquía e Irak.
Por lo menos la mitad de los refugiados – 1,1 millón– son niños . De esos, aproximadamente 75% tienen menos de 12 años, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR).
Un informe de 65 páginas emitido el viernes por el UNHCR subrayó los graves problemas que enfrentan los menores, quienes crecen en familias separadas y no asisten a la escuela porque tienen que trabajar, en su mayoría en labores manuales, a veces en condiciones peligrosas o de explotación.
Muchos se han convertido en el principal sostén de su familia. En el campamento de Zaatari, la mayoría de los 680 pequeños talleres emplean niños, indicó el informe.
En Zaatari hay escuelas e instalaciones recreativas, como campos de fútbol y terrenos de juegos con columpios. Otras organizaciones han creado actividades, como que los niños pinten murales en los edificios del campamento para tratar de mantenerlos activos.
Sin embargo, los refugiados a veces desmantelan los edificios y usan los materiales para construir sus propias estructuras, y los niños que trabajan no participan de esa diversión.
La presentación de una de los payasos el domingo fue la primera de su tipo en el campamento, que dirigen conjuntamente el UNHCR y el Gobierno jordano.
“Fue fenomenal llevar la risa a los niños sirios refugiados y hacerlos olvidar un rato los problemas de la guerra”, dijo Moisés Queralt, un español que actúa con el nombre de Peixoxo.