Namugongo, Uganda. AP El papa Francisco honró el sábado a los mártires cristianos ugandeses del siglo XIX que fueron quemados vivos por negarse a renunciar a su fe y animó a los jóvenes cristianos, antes de partir a la República Centroafricana, donde verá de cerca la violencia entre cristianos y musulmanes.
La bienvenida en cada una de las paradas de Francisco ha sido muy entusiasta. Los peregrinos incluso acamparon durante la noche bajo la lluvia para apartar un lugar para su misa matutina en el santuario Namugongo, el más famoso de Uganda, ubicado cerca de Kampala.
Además, unos 150.000 jóvenes le dieron la bienvenida cuando llegó en su papamóvil a dar un discurso motivador.
En cada lugar, Francisco recordó a los ugandeses sus fuertes raíces cristianas –la antigua colonia británica tiene 47% de católicos y 36% de anglicanos– y les pidió aplicar su fe a los retos de hoy en día.
“Recuerden, ustedes son los mártires”, dijo. “Por sus venas corre sangre de mártires y por esta razón su fe es tan fuerte”.
A la misa asistieron unas 300.000 personas. En ella honró a los 45 mártires anglicanos y católicos que fueron quemados en vida, durante la persecución anticristiana de finales del siglo XIX.
Bangui dividida. El Papa se preparaba el sábado para Bangui, la capital de la República Centroafricana, una ciudad dividida a la cual llegaría este domingo.
Ahí, unos 15.000 musulmanes están bloqueados en un barrio llamado PK5, del que no pueden salir sin temor a morir a manos de la milicia cristiana llamada anti-Balaka, que rodea el sector y hace guardia con granadas.
Este es el torbellino de la violencia entre cristianos y musulmanes en que se sumirá el papa Francisco a su arribo el domingo a la República Centroafricana, donde espera dejar un mensaje de paz y reconciliación.
La capital de este caótico país, de 4,8 millones de habitantes, explotó con furia hace dos años, dejando miles de muertos. La violencia volvió a estallar en setiembre, cuando parecía que el país se estabilizaba con la presencia de una fuerza de paz de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Al menos 100 personas han muerto en los últimos sucesos en y alrededor de PK5, de acuerdo con Human Rights Watch.
Casi medio millón de centroafricanos están desplazados dentro de su propio país; otro tanto han partido a los países vecinos: Camerún, Chad y el Congo, según cifras de la ONU. La población musulmana de la capital ha caído de 122.000 a unos 15.000, dice Human Rights Watch.
La intención del Papa es penetrar en el corazón de PK5 para reunirse con miembros de la comunidad musulmana asediada. Existen cautas esperanzas de que el Papa sea capaz de ablandar el corazón de los combatientes. El clero católico y protestante dice que los anti-Balaka no pueden ser verdaderos cristianos si violan, roban y masacran civiles.
La violencia se remonta a principios de 2013, cuando una coalición de grupos rebeldes mayoritariamente musulmanes del norte del país derrocó al presidente cristiano. Su motivación era la codicia más que la ideología, pero sus ataques brutales a los civiles generaron un odio intenso.
Cuando el líder rebelde renunció a principios de 2014, la ola de represalias de los anti-Balaka obligó a la mayoría de los musulmanes a huir de la capital.
Por su parte, combatientes musulmanes conocidos como Seleka atacaron a los cristianos en los barrios alrededor de PK5. Por ahora, solo existe calma en la medida que musulmanes y cristianos se mantienen separados.