Oslo y Túnez AFP. La lucha por sacar a Túnez de la parálisis institucional, cuando el país norafricano “estaba al borde de la guerra civil” y convencer a los actores políticos de trabajar por un proyecto democrático, fue reconocida el viernes con el Premio Nobel de la Paz.
El Comité Nobel noruego anunció la concesión del galardón al Cuarteto para el Diálogo Nacional tunecino “por su contribución decisiva a la construcción de una democracia pluralista” en el país donde nació la Primavera Árabe y el único donde el proceso tuvo éxito.
El grupo, integrado por la Unión General Tunecina del Trabajo (UGTT), sindicato símbolo de la independencia del país; la organización patronal Utica, la Liga Tunecina de Derechos Humanos (LTDH) y la Orden de los Abogados, impulsó “un proceso político alternativo, pacífico, en un momento en el que el país estaba al borde de la guerra civil”, precisó el Comité.
Cuando Túnez estaba inmerso en una parálisis institucional, luego de la caída del régimen autoritario de Zine el-Abidin Ben Alí , en el 2011, el Cuarteto organizó un prolongado y complicado “diálogo nacional” entre los islamistas y los opositores, agregó.
De acuerdo con el Comité, “el premio pretende, ante todo, alentar al pueblo tunecino, que, a pesar de los grandes retos, estableció las bases de una fraternidad nacional”. Expresó su esperanza de que esta experiencia “servirá de ejemplo para otros países”.
Como fruto de ese esfuerzo de diálogo, Túnez redactó una constitución y la adoptó a principios del 2014 , y un gobierno de tecnócratas sucedió al dirigido por el partido islamista Ennahda.
Túnez logró su transición política, en tanto que, a su alrededor, la Primavera Árabe derivó en caos en Libia,Yemen y Siria, y la represión volvió a Egipto.
En diciembre, las primeras elecciones presidenciales democráticas dieron la victoria a Beji Caid Essebi, quien fue funcionario de los regímenes autoritarios de Habib Bourguiba y Ben Alí.
Democracia frágil. No obstante este avance en Túnez, el experimento democrático enfrenta serios desafíos, principalmente económicos y de seguridad.
El especialista francés Vincent Geisser destacó que ese “es el único país recorrido por la Primavera Árabe que prosigue un proceso democrático. Tiene un balance muy positivo, con verdaderos logros: ha aparecido una nueva generación de jóvenes que hacen política, han florecido los espacios de protesta”.
Este miembro del Instituto de Investigaciones y Estudios sobre el Mundo Árabe y Musulmán agregó: “Hay una sociedad civil posrevolucionaria, contrapoderes, instituciones, un parlamento elegido democráticamente”, pero, “pese a esos logros, Túnez está todavía en una zona gris” y tiene “una situación frágil”.
El experto señaló varios peligros: las “tentaciones autoritarias”, “la gran reforma prometida del aparato de seguridad que nunca se realizó”, el caos en la vecina Libia y la amenaza del yihadismo, que ha encontrado en Túnez una fuente de simpatizantes y conscriptos.
Tal fragilidad también la reconocieron el viernes los propios galardonados con el Nobel.
“La guerra que llevamos a cabo contra el terrorismo solo podremos ganarla si estamos unidos”, dijo el presidente Essebsi.
“Creo que la única arma contra el terrorismo es el diálogo. Es nuestra responsabilidad”, indic ó el titular de la Liga Tunecina de Derechos Humanos (LTDH), Abdelsatar Ben Moussa.
Este año, el país se vio especialmente afectado por los atentados contra el Museo del Bardo (hubo 22 muertos) y de Susa , a fines de junio, cuando perecieron 38 personas. Ambos golpes fueron reivindicados por el grupo extremista Estado Islámico (EI), que tiene presencia en Libia.
A inicios de julio, Túnez , donde miles de individuos se enrolaron en grupos yihadistas, se vio obligado a reinstaurar el estado de urgencia que prevaleció del 2011 a marzo del año anterior.
Percibida como un riesgo de retroceso en materia de libertades públicas, la medida, que otorga poderes excepcionales a las fuerzas del orden, fue levantada finalmente el 2 de octubre, aprovechando la relativa calma en el terreno de la seguridad.
Desde marzo, unas 20 “células terroristas” fueron desmanteladas, según el Ministerio del Interior.
Túnez también emprendió la construcción de un muro en su frontera con Libia, donde el caos permitió la emergencia del grupo EI.
Los aliados de Túnez , encabezados por Estados Unidos y Francia, empezaron a reforzar su cooperación en materia de seguridad, ya que el país se convirtió en “aliado principal no miembro de la OTAN”. Y anunciaron un programa de 20 millones de euros destinado a apoyar a las fuerzas especiales y los servicios de inteligencia.
Pero el peligro continúa. El mes pasado, la avenida Habib Bourguiba, arteria principal de Túnez donde se encuentra el Ministerio del Interior, fue en gran parte cerrada a los vehículos durante varios días a causa de las “amenazas”.
Este jueves, el diputado Ridha Charfeddine de Nidaa Tounes, la primera fuerza política, fue objeto de una tentativa de asesinato en Susa, lo que hizo recordar los asesinatos de los opositores de izquierda Chokri Belaïd y Mohamed Brahmi.