Kabul. EFE. La noticia de la muerte del supremo líder de los talibanes, el mulá Omar , supone un duro golpe para la unidad de este grupo insurgente, pone en jaque las conversaciones iniciadas con el Gobierno y deja al movimiento talibán entre la fractura y nuevas aventuras como la del Estado Islámico (EI ) .
El anuncio hecho por el Gobierno afgano, el miércoles, de la muerte del líder talibán –noticia confirmada este jueves por sus propios seguidores– vino a refrendar una realidad que, para muchos, hace tiempo era evidente.
El dirigente de los talibanes no aparecía en público desde que fue sacado del poder en el 2001 tras la invasión estadounidense, aunque en dos ocasiones envió mensajes de felicitación por el fin del Ramadán, el mes de ayuno musulmán.
Hace menos de 15 días, los talibanes difundieron un mensaje atribuido a él en el que, por primera vez, el líder aceptaba que la solución política para la guerra afgana era legítima.
El mensaje, aún este jueves en el sitio web talibán, fue celebrado por el presidente afgano, Ashraf Gani, quien agradeció al mulá Omar por su flexible postura hacia las conversaciones.
Significado. El mulá jugaba un rol relevante como símbolo de la unidad para los comandantes talibanes, que han luchado contra el Gobierno y el contingente militar internacional presente en el país desde hace 14 años.
Tal unidad, dijeron analistas consultados, no podrá mantenerse ante la inminente lucha interna de poder y el reacomodo de fuerzas y posiciones, lo que supondrá, creen ellos, la segura ruptura entre las diversas facciones.
El segundo en el mando y jefe militar talibán, el mulá Akhtar Muhammad Mansour, se considera cercano a Pakistán y se cree que asumirá el liderazgo talibán, pero no tiene el respaldo de la familia de Omar, ni de la oficina de los talibanes en Catar, tampoco del mulá Abdul Qayum Zakir, número tres del grupo, según dijo el diplomático afgano Ahmad Sayeedi. “Viendo estas grietas, los talibanes no se mantendrán juntos tras la muerte del mulá Omar”, vaticinó este experto.
Asimismo, agregó que el mulá Omar había sugerido como sucesores al mulá Obaidulá, ya muerto, y al mulá Brother, actualmente bajo arresto domiciliario en Pakistán, por lo que, en su opinión, quien asuma el liderazgo no será aceptado por todos los grupos talibanes.
La insurgencia mantenida durante 14 años también se debilitará ante la muerte de su líder . Algunos de sus comandantes aceptarán las conversaciones de paz que arrancaron este mes con el Gobierno y los que se opongan no tendrán más opción que unirse a la versión local del Estado Islámico, indicó el exoficial de inteligencia afgana Javid Kohistani.
En su opinión, este será el último año en que los talibanes muestren todo su poder militar.
Varios comandantes talibanes desertaron en los últimos meses para unirse al EI, por lo que el grupo insurgente advirtió a Abu Bakr al-Baghdadi, líder de esa organización, de que no crearan un segundo frente yihadista en el país si no querían verse enfrentados y derrotados por la fuerza.
Sin embargo, el anuncio de la muerte del mulá Omar ha llegado tras la tan ansiada primera ronda de conversaciones entre los talibanes y el Gobierno, el 7 de julio, y al momento en que se preparaba la segunda, pospuesta a petición talibana ante los últimos acontecimientos.