Putrajaya, Malasia. AFP. Malasia e Indonesia acordaron ayer dar refugio temporal a los miles de migrantes varados frente a sus costas, con la condición de que puedan ser realojados o repatriados en el periodo de un año.
Se trata de un cambio de posición de esos dos países, sometidos a una fuerte presión internacional desde hace días.
Casi 3.000 migrantes han llegado a Tailandia, Indonesia o Malasia en los últimos días, pero hasta ahora las autoridades habían alejado de sus costas a varias embarcaciones, lo que provocó duras críticas de las Naciones Unidas.
“El remolque y el alejamiento (de los barcos) va a cesar”, declaró el ministro de Relaciones Exteriores de Malasia, Anifah Amán, junto a su homólogo indonesio, Retno Marsudi.
Refugio temporal. “También acordamos ofrecer refugio temporal, con condición de que la comunidad internacional lleve a cabo el proceso de realojamiento y de repatriación en el plazo de un año”, dijo Anifah.
“Indonesia y Malasia acordaron continuar proporcionando asistencia humanitaria a los 7.000 inmigrantes irregulares que todavía siguen en el mar”, dijeron ambos ministros tras una reunión sobre la llegada masiva de migrantes de Birmania y Bangladés.
El ministro de Relaciones Exteriores de Tailandia, Tanasak Patimapragorn, también participó en la reunión, pero no estuvo en la rueda de prensa.
Tailandia no se unió por el momento a la propuesta porque primero debe comprobar que la medida sea conforme a su legislación, indicó Anifah.
Por su parte, Birmania manifestó que está “dispuesta a proporcionar ayuda humanitaria” a los migrantes, según un comunicado emitido ayer por el Ministerio de Relaciones Exteriores, un día después de que Naciones Unidas alertó sobre la presencia de 2.000 rohinyás en barcos frente a las costas birmanas.
Además, Estados Unidos anunció ayer que está dispuesto a ayudar en la acogida de inmigrantes del sudeste asiático abandonados a su suerte en embarcaciones a la deriva.
Washington está “listo para contribuir a llevar el fardo y salvar vidas hoy” acogiendo a una parte de los miles de personas que abandonaron por mar Birmania y Bangladés, y están a la deriva en altamar, cerca de las costas de Indonesia y Malasia, aseguró la portavoz del Departamento de Estado, Marie Harf.
Gambia se manifestó dispuesto a acoger a todos los migrantes rohinyás perseguidos en sus países y que son rechazados en el sudeste asiático.
Este pequeño Estado anglohablante de África occidental, un enclave en territorio de Senegal con costa sobre el Atlántico, señaló que ve “con viva preocupación las condiciones inhumanas de los rohinyás de Birmania, particularmente de aquellos identificados como boat people ”.
En Indonesia, los pescadores socorrieron a 426 personas frente a las costas de la provincia de Aceh el miércoles por la noche. En total, unos 1.800 migrantes se encuentran actualmente en el país.
“Algunos tenían un aspecto débil y parecían muy enfermos. Algunos estaban deshidratados, aparentemente no tenían mucha agua ni comida”, indicó Sadikin, un responsable local de los servicios de rescate.
Este responsable, que como muchos indonesios solo tiene un nombre, informó de la presencia de niños y lactantes a bordo de las embarcaciones socorridas.
Cientos de personas se encontrarían aún abandonadas en embarcaciones en el golfo de Bengala o en el mar de Andamán.
En general, se trata de personas que hasta ahora intentaban llegar a Tailandia para después dirigirse clandestinamente por carretera a Malasia, un país de mayoría musulmana entre los mas prósperos del sureste de Asia.
Pero la decisión de Tailandia de actuar contra las organizaciones de tráfico de seres humanos, tras el descubrimiento de fosas comunes en los campos de tránsito de migrantes, obligó a los traficantes a buscar nuevas rutas.
Las embarcaciones cargadas de migrantes suelen llegar a las costas de Malasia e Indonesia tras semanas de navegación en condiciones lamentables. Al ser abandonados, los migrantes, sedientos y hambrientos, se ven obligados a saltar al agua para intentar alcanzar a nado la costa o a esperar a unos socorristas.
Según Vivian Tan, portavoz en Bangkok del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), los traficantes exigen entre $180 y $270 a los migrantes para devolverlos al estado de Rakhine en Birmania, donde viven los rohinyás.
Confrontados a la violencia sectaria y a leyes discriminatorias, miles de rohinyás, una minoría musulmana en una nación mayoritariamente budista, han elegido en los últimos años huir de Birmania por mar rumbo a Malasia, en lo que ha sido el mayor éxodo de la región desde el fin de la guerra de Vietnam a mitad de los años 1970.