Miles de opositores tailandeses marcharon hacia los edificios gubernamentales de la capital el martes, en el marco de su operación para "paralizar" a Bangkok, destinada a impedir las elecciones y a derrocar al gobierno.
Los manifestantes impidieron que los funcionarios fueran a trabajar en varios ministerios clave, para aumentar la presión sobre la primera ministra Yingluck Shinawatra.
La oposición, liderada por un exdiputado, quiere que Yingluck renuncie para dejar su lugar a un "consejo popular" no electo que supervisaría reformas para poner fin al dominio político de la multimillonaria familia Shinawatra.
Dos meses de mitines han obligado al gobierno a convocar elecciones el 2 de febrero, pero los manifestantes rechazaron esos comicios en el último vuelco de la crisis política que afecta a Tailandia desde que Thaksin Shinawatra, hermano de Yingluck, fue derrocado por un golpe de Estado militar hace siete años.
Varios miles de manifestantes se congregaron frente al Departamento de Aduanas tailandés para impedir que los empleados fueran a trabajar, indicaron periodistas de la AFP en el lugar.
"Esto no es una democracia. Es una autocracia [...] es el gobierno de una sola persona", afirmó el líder del mitin, Satish Sehgal, muy crítico contra el supuesto control absoluto del ex primer ministro Thaksin sobre la política nacional.
"En este país hay una corrupción masiva, descontrolada. Hay nepotismo. Nuestro objetivo es tratar de poner fin a todo esto", exclamó.
Los manifestantes también rodearon los ministerios de Comercio, del Trabajo, y de Información y Tecnologías de la Comunicación.
Se trata de una táctica que han utilizado varias veces durante los últimos meses de protestas, pero que hasta ahora no logró su objetivo de provocar la caída de Yingluck.
Sin embargo, el número de manifestantes en las calles parecía haber disminuido, mientras algunos regresaban al trabajo.
El movimiento de protesta, muy bien organizado, ha prometido ocupar sectores de esta ciudad de 12 millones de habitantes hasta que Yingluck renuncie, amenazando con perturbar las elecciones de febrero, porque teme que esos comicios consagren el regreso del clan Shinawatra al poder.
El grupo más duro de los manifestantes amenazó con rodear la bolsa, así como el servicio de control aéreo, si Yingluck no renuncia dentro de pocos días.
El viceprimer ministro Surapong Tovichakchaikul insistió en que el gobierno continuaba funcionando.
Afirmó que el bloqueo durará una semana, y pidió a los dirigentes de las protestas que participasen en conversaciones para poner fin a la crisis.
El gobierno estaba estudiando la posibilidad de postergar las elecciones bajo las leyes existentes, tal como propuso la Comisión Electoral, agregó el viceprimer ministro, explicando que "las puertas no están cerradas" en esa opción.
Hasta ahora el bloqueo ha sido pacífico, aunque hubo ocho muertos y cientos de personas sufrieron heridas en la violencia callejera durante las últimas semanas.
Estos mitines fueron desencadenados por un proyecto de ley de amnistía (finalmente frustrado) que hubiera permitido que Thaksin regresara al país sin pasar por la cárcel para cumplir una condena por corrupción.
Este magnate y político cuenta todavía con un fuerte respaldo electoral en el norte de Tailandia, pero es odiado por muchos habitantes del sur del país, la clase media de la capital y los círculos monárquicos.