Jerusalén
A cada nuevo atentado, Israel acusa al presidente palestino de incitación a la violencia, pero Mahmud Abas carece de poder político y de fuerza policial para influir en los autores que operan por libre, estiman los expertos.
Los especialistas son categóricos: Abas no puede alentar ni detener los ataques, y las acusaciones israelíes son un "medio retórico" para dañar la ofensiva diplomática internacional palestina.
La Autoridad Palestina dirigida por Abas ha firmado con Israel acuerdos de cooperación en materia de seguridad. Y en Jerusalén, blanco de la mayoría de los atentados, no tiene "soberanía alguna", recalca el investigador Julien Salingue, experto en el tema palestino. "Por lo tanto no se le puede pedir que haga de policía", añadió.
Además, Abas lleva en el ADN el rechazo a la "violencia armada". "Fue uno de los primeros en haber pedido el final de la segunda Intifada" (2000-2005), añade.
Los israelíes reprochan a este hombre, el mismo que firmó los acuerdos de Oslo en 1993, que "no hable como hombre de paz".
Pero "si su lenguaje se ha endurecido, es el resultado de la crisis actual, no su causa", estima Nathan Brown, investigador del Centro Carnegie.
Jerusalén entró en un engranaje de violencia al comienzo de julio y esta espiral se agravó aún más el 22 de octubre, cuando un palestino embistió su coche contra una parada del tranvía, matando a un bebé y a una mujer.
Desde entonces ha habido otros atentados en la Cisjordania ocupada, en Tel Aviv y en la Ciudad Santa, donde el martes cinco personas perdieron la vida en un [[BEGIN:INLINEREF LNCVID20141118_0014]]ataque a una sinagoga.[[END:INLINEREF]]
Ninguno de estos atentados ha sido reivindicado, pero los autores de algunos de ellos eran miembros de la Yihad Islámica, de Hamás o del Frente Popular de Liberación de Palestina (FPLP), la izquierda palestina histórica.
La mayoría de ellos ensangrentaron Jerusalén, donde Israel se afana por "desmantelar cualquier forma de acción política" palestina, explica Stéphanie Latte Abdalá, historiadora y politóloga.
De este "vacío político" nació "un espacio para este tipo de iniciativas individuales", confirma Salingue.
Para Latte Abdalá, los atentados recientes son "acciones espontáneas, mal organizadas, cometidas en reacción y no pensadas por una estructura" política o militante.
Estos ataques, aunque aislados, son la prueba, para Brown, de que existe "una convicción cada vez más fuerte entre los palestinos de que el proceso diplomático lleva tiempo muerto y que hace falta una alternativa, aunque sea violenta".
Pese a que esta convicción crece entre la población, sobre todo en Jerusalén Este, anexionada por Israel, Mahmud Abas no tiene "ningún interés en alentar la violencia, en momentos en que apuesta por una estrategia internacional que comienza a dar sus frutos", afirma Latte Abdalá.
Suecia reconoció al Estado de Palestina, el parlamento británico y el español pidieron a sus gobiernos que hicieran lo propio y los diputados franceses se disponen a seguir sus pasos. Israel ataca a Abas justamente para "cortar la campaña de internacionalización del tema palestino llevada a cabo por la Autoridad", estima.