En Kenia es más fácil comprar tomates por medio del móvil que tener agua potable. Después de revolucionar la vida de sus ciudadanos a través de un sistema pionero que permite gestionar su dinero sin necesidad de un banco, este país aspira a convertirse en el laboratorio digital de África.
“Kenia ya es el centro tecnológico del este africano y en unos años podría ser el principal del continente”, asegura Jimmy Gitonga, director de iHub, la primera incubadora de empresas tecnológicas del país.
El éxito del sistema de “dinero móvil”, llamado M-PESA , ha impulsado una incipiente generación de nerds informáticos en la capital del país, Nairobi, sede ya de la mitad de los centros de investigación africanos y de gigantes como Google o Microsoft.
Desde hace cinco años, los kenianos abonan todo tipo de servicios (incluido el transporte), hacen sus compras y realizan transferencias por medio de M-PESA, que se ha convertido en la herramienta de pago por móvil más desarrollada del mundo. Para hacer todo eso, no necesitan un teléfono inteligente de última generación: basta con un móvil tradicional con servicio de mensajes de texto ( sms ).
Ejemplo africano. El invento se inspiró en una práctica observada en el 2002 en Uganda, Botsuana y Ghana –con una penetración del móvil muy elevada por la falta de infraestructuras de telefonía convencional–, donde la gente usaba el crédito en llamadas de voz para hacer transferencias de dinero.
Los kenianos importaron la idea y empezaron a usar M-PESA en 2007, principalmente para recibir dinero de los familiares emigrados a Nairobi en busca de trabajo.
Desde entonces, esta aplicación, junto a otras como M-Shwari –que gestiona ahorros desde el móvil–, y unas tarifas de telefonía irrisorias comparadas con las de países europeos, han permitido a muchos kenianos prescindir de las entidades financieras.
Gracias a 96.000 agentes comerciales, la “banca móvil” llega hasta los rincones más deprimidos del país, donde encuentra su principal granero: los “sinbanco” , apodados así porque no pueden permitirse tener una cuenta corriente.
La mayoría de los trabajadores en Kenia carece de contrato legal y de ingresos regulares, y el coste de mantenimiento de una cuenta bancaria puede equivaler a una gran parte de su sueldo mensual.
Ello ha favorecido que casi toda la población adulta del país (17 millones de personas) utilice M-PESA u otra aplicación similar, por las que ya circula una cantidad de dinero equivalente al 31% del PIB nacional, según un estudio de la alianza mundial de operadores GSMA.
El éxito de M-PESA ha inspirado soluciones a otros problemas básicos de la economía keniana, la más potente de África oriental, aunque todavía muy sustentada en el sector primario.
Una de ellas es “iCow”, un servicio que controla la fertilidad de las vacas utilizado por 45.000 granjeros, que a golpe de sms han conseguido aumentar la producción de leche en 900 litros anuales, según un estudio de Green Dreams, desarrolladora de este software .
La economía keniana ha encontrado su atajo tecnológico en la llamada Silicon Savannah, la réplica africana de Silicon Valley. Esta ciudad tecnológica comenzará a levantarse a finales de año a pocos kilómetros de Nairobi sobre una superficie de 20 km². Aspira a captar una inversión de 630.000 millones de chelines (7.200 millones de dólares) y a crear cerca de 200.000 empleos.
“Yo prefiero llamarla Digital Savannah, dice el director de iHub, confiado en que este proyecto traiga a Kenia el capital necesario para aventajar a Sudáfrica en la carrera tecnológica.
Los permanentes cortes de luz, penitencia del internauta africano, dejarán de ser un problema gracias a un nuevo módem que funciona sin electricidad durante horas. El BRCK ha sido diseñado en iHub por Usahidi, compañía que pasó a los anales del ciberactivismo durante la violencia poselectoral del 2007 por alertar en tiempo real de los enfrentamientos.