Ciudad Ho Chi Minh. EFE y El Mundo (España). Un vietnamita y su hijo vivieron en la jungla del centro del país, aislados como la familia Robinson del naufragio, desde una noche de 1973, cuando su casa fue bombardeada y perdieron a la madre del hijo y a otros dos pequeños, informan ayer los medios locales.
Ho Van Thanh y su hijo Ho Van Lang vivían en una cabaña de madera construida en un árbol –a cinco metros de altura– y adonde llegaron ayer, miércoles, las autoridades para devolverlos a la civilización, según el diario Thanh Nien ( Juventud ).
El equipo de rescate, que tuvo que adentrarse 40 kilómetros en esa jungla de la provincia de Quang Ngai, los descubrió cubiertos con taparrabos, hechos a base de cortezas de árboles, y empleando armas y utensilios que habían fabricado con lo que hallaban en su entorno.
Parece que ambos cuidaban su aspecto, pues en la cabaña tenían unas cadenas de aluminio para el cuello y un peine que parecía un maxilar con restos de dientes.
Cerca de la vivienda había una pequeña huerta, con la que complementaban los frutos que recolectaban y la caza. También plantaban tabaco y lo fumaban.
En un rincón de la cabaña, el veterano aún guardaba los pantalones militares que vistió durante la guerra de Vietnam .
Desde hace 30 años se ha conocido su paradero, porque otro hijo, Ho Van Tri, se salvó del bombardeo –en el momento del siniestro tenía seis meses de edad– creció con un familiar y en 1983, los encontró con la ayuda de un tío.
No obstante, y pese a todas sus insistencias, no logró convencerles de que abandonasen la protección de la jungla y regresasen.
El hijo menor volvió en varias ocasiones desde entonces, incluso acompañado por autoridades, para intentar disuadirlos y para llevarles ropa y cosas difíciles de encontrar, como aceite y sal.
El padre y su hijo siempre se negaron a regresar, y huían y se escondían si los intentaban agarrar. La ropa y utensilios que les llevaban se encontraban metidos en una bolsa, como si no los usasen.
El miércoles, Ho Van Thanh, ahora de 82 años y demasiado débil para andar por sí solo, fue transportado en una hamaca de vuelta a la civilización. “Mi padre está muy débil y los médicos se están encargando de cuidarlo, pero la salud de mi hermano es buena, aunque está muy delgado”, dijo Ho Van Tri.
El padre puede comunicarse en la lengua de la minoría cor, pero su hijo solo es capaz de pronunciar unas palabras. “No entiende casi nada de lo que le decimos, y no quiere comer, ni siquiera beber agua”, contó ayer Ho Ven Bien sobre su tío Ho Van Lang.