Argel/Trípoli. EFE. El mar Mediterráneo y el desierto del Sahara han vuelto a tragarse, en las últimas horas, las vidas de decenas de emigrantes subsaharianos que buscaban una vida mejor en algún país de Europa.
Los cadáveres de al menos 40 emigrantes fueron recuperados ayer por el Ejército libio frente a las costas de la localidad de Al- Garbuli, situada a 50 kilómetros al este de Trípoli.
El mal tiempo y la precaria construcción de la embarcación en la que pretendían alcanzar las costas europeas, parecen haber sido las causas del naufragio de la nave, en la que viajaban 130 personas, de cuya nacionalidad no se ha informado.
Según fuentes ministeriales y del Ejército, todavía hay 14 personas desaparecidas en el mar, donde la Marina libia asegura haber rescatado a un centenar de emigrantes en la última semana.
Vienen huyendo del hambre, la pobreza y las guerras que amenazan muchas regiones del continente africano, siguiendo las mismas rutas clandestinas de contrabandistas de armas y de drogas.
La incapacidad de las autoridades libias para controlar la seguridad en su territorio y, sobre todo, de vigilar sus vastas y permeables fronteras, la han convertido en uno de los pasos preferidos de las rutas controladas por los traficantes de personas.
Abrir las puertas. Consciente de sus limitaciones, el ministro del Interior libio, Saleh Mazek, insistió el sábado en la necesidad de que la Unión Europea (UE) preste apoyo a Libia para hacer frente al fenómeno de la emigración.
Incluso advirtió a Bruselas de que Libia se podría ver forzada a “facilitar” el avance de los flujos migratorios hacia Europa, para aligerar la presión migratoria sobre su territorio.
Unas declaraciones que fueron rectificadas ayer por el Gobierno, que ha insistido en un comunicado en su “total compromiso con todos los tratados y convenios relativos a la lucha contra la migración”.
Mazek, que pidió a la UE “menos palabras” y más acciones, también hizo un llamado a Níger, Chad y Sudán para que colaboren en el control de las fronteras comunes y eviten la llegada masiva de emigrantes a Libia.
Unos flujos migratorios que desde el centro del continente africano buscan el norte atravesando el desierto del Sahara, en cuyas arenas cientos de emigrantes pierden también la vida.
La falta de agua y las altas temperaturas que se registran ya en las desérticas regiones meridionales de Argelia, han acabado, este fin de semana, con la vida de otros 13 emigrantes subsaharianos que intentaban llegar a la ciudad de Tamanraset, en el desierto argelino, provenientes de Níger.
El Ejército busca a otros 30 emigrantes desaparecidos, entre ellos mujeres y niños, según informaron medios argelinos.
Las víctimas fueron encontradas dentro de un vehículo con el que, al parecer, pretendían cubrir los cientos de kilómetros de desierto entre Níger y Tamanraset.
En octubre, fuerzas de seguridad de Níger hallaron los cadáveres de 92 emigrantes nigerinos que, supuestamente murieron de sed en el desierto, después que se dañaran los vehículos en los que pretendían llegar a Argelia.