Tokio
Frente a la epidemia mortal en Corea del Sur causada por el coronavirus, o síndrome respiratorio de Oriente Medio (SROM), los asiáticos se han lanzado en masa a comprar máscaras quirúrgicas, pese a que no está claro si son verdaderamente eficaces contra este enemigo invisible.
Aunque en Asia la máscara se ha convertido en un elemento común, ya sea para prevenir el contagio de un virus o para protegerse de la contaminación, ciertos especialistas dudan de que funcione frente al agresivo SROM, que ha dejado 23 muertos en la nación coreana.
La epidemia comenzó con un paciente que regresaba de un viaje por Arabia Saudí y otros países del Golfo.
Desde entonces, se ha desatado una avalancha de pedidos al pequeño fabricante de máscaras japonés Clever, parecida a la que ya vivió con la epidemia de otro coronavirus en China y en Hong Kong, entre el 2002 y el 2003.
"Hemos recibido más de 100.000 pedidos, diez veces más que en la misma época del año pasado", manifestó el presidente de Clever, Tsuyoshi Nakagawara.
"La mitad proviene del extranjero, el 70% de Corea del Sur, y el resto, de Hong Kong y China continental", precisó.
La máscara más popular, que cuesta 9.000 yenes (73 dólares), está compuesta de varias capas de filtros que, según el fabricante, impiden el paso de polen, virus infecciosos y de las conocidas como PM2,5 que son partículas de polución minúsculas que penetran profundamente en los pulmones.
En Japón, las máscaras quirúrgicas son particularmente frecuentes en invierno, durante la temporada de gripe, y se llevan hasta primavera, durante el periodo de la fiebre del heno. En China sirven sobre todo para combatir la polución.
¿Utilidad? Sin embargo, los científicos e incluso los fabricantes, advierten que utilizar una máscara no ofrece la protección total que los usuarios esperan.
"Llevar la máscara no le garantiza al usuario que vaya a escapar al virus", señaló Mitsuo Kaku, especialista en enfermedades contagiosas de la Universidad de Tohoku (noreste de Japón). "Dicho esto, llevarla y lavarse las manos reduce la propagación de microorganismos", añadió de forma optimista.
El director del Centro japonés de Control y Prevención de Enfermedades, Norio Ohmagari, subrayó que las máscaras "solo deberían utilizarse una vez". "La gente no sabe utilizarlas correctamente", lamentó.
Por su parte, la agencia federal estadounidense para el Control y la Prevención de Enfermedades apuntó que las máscaras solo impiden llegar a los pulmones a las grandes partículas, pero no las pequeñas.
En Japón, llevar este accesorio se ha convertido en un signo de buena educación. Según un estudio de la empresa farmacéutica Kobayashi, más del 70% de los japoneses cree que llevar una máscara higiénica cuando se está resfriado es simplemente una cuestión de buenos modales.
Pero, en otros casos, se ha convertido en un accesorio más en el vestuario. Generalmente blancas, las máscaras han pasado a estar disponibles en toda la gama de colores para ir a juego con el atuendo del usuario. Un concurso de máscaras lanzado en 2013 confirmó que, de una necesidad médica, ha pasado a ser una verdadera tendencia, comparable a la moda de las gafas sin cristales correctores.