París.
El venezolano Ilich Ramírez Sánchez, alias Carlos, figura del terrorismo internacional de los años 70 y 80, fue condenado este miércoles en apelación a cadena perpetua por cuatro atentados cometidos en Francia hace 30 años.
Se trata de la pena máxima a la que podía ser condenado y es idéntica a la pronunciada en primera instancia, en diciembre de 2011. La alemana Christa Frolich, ausente y juzgada por uno de estos atentados, fue absuelta, como en 2011.
La abogada Isabelle Coutant-Peyre anunció que seguramente se recurrirá la sentencia y denunció una condena pronunciada "sin la sombre de una prueba".
Carlos está encarcelado en Francia desde su detención en Sudán por la policía francesa, en agosto de 1994, y purga ya una pena de prisión perpetua a la que fue condenado en 1997 por el asesinato de tres hombres en París en 1975.
Esta vez ha sido juzgado por haber organizado cuatro atentados en Francia que causaron once muertos y cerca de 150 heridos en París, en dos trenes París-Toulouse y Marsella-París y en una estación ferroviaria de Marsella.
"Les corresponde a ustedes decidir si aprueban el trabajo de los agentes de la embajada norteamericana", dijo Carlos a los magistrados, repitiendo los calificativos que suele utilizar cuando se refiere al juez de instrucción Jean-Louis Bruguière o al fiscal Jean-François Ricard.
Antinorteamericanismo, antiimperialismo, antisionismo: en su discurso se sucedieron todos sus temas predilectos para desacreditar un proceso "irregular" cuyas pruebas fueron "falsificadas" por "manipuladores al servicio de potencias extranjeras"
Para la fiscalía, Carlos , partidario de la lucha armada tras abrazar la causa palestina en los años 70, pasó luego a la "guerra privada", la "extorsión" y la condición de "mercenario".
Según los fiscales, la encarnación de esa guerra privada fueron los cuatro atentados cometidos en Francia en 1982 y 1983 con el objetivo declarado de obtener la liberación de su compañera alemana Magdalena Kopp y del suizo Bruno Breguet, detenidos en París en febrero de 1982 en posesión de armas y explosivos.
Carlos, que ante el tribunal reivindicó "1.500 muertos, 80 de ellos con sus propias manos", negó, en cambio, toda implicación en esos cuatro atentados.
La columna vertebral de la acusación son los archivos de los servicios secretos de los antiguos países del bloque de Europa del Este en los que Carlos tenía sus bases en los años 80. La defensa alega que dichos archivos no constituyen una prueba.
Esos archivos están compuestos solamente de recortes de artículos de prensa en Rumanía, de notas de vigilancia no firmadas en Hungría, de compilaciones rumanas y húngaras en Alemania del Este. Para la defensa, se trata de "montajes" y de "fotocopias de fotocopias".