Luanda
Angola votará el miércoles en unas elecciones generales marcadas por el fin del reinado ejercido desde hace 38 años por el presidente José Eduardo dos Santos, pero que, salvo un giro inesperado, prolongarán el de su partido en un país en plena crisis económica.
En el poder desde la independencia de la excolonia portuguesa en 1975, el Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) debería una vez más ganar las elecciones e instalar a su candidato y delfín designado, el exministro de Defensa Joao Lourenço, en el sillón de jefe del Estado.
A falta de recursos financieros y de acceso a los medios, los dos principales partidos de la oposición, la Unita y la Casa-CE, no parecen estar en medida de arrebatar al MPLA su mayoría absoluta en el Parlamento.
Según la Constitución angoleña, el candidato del partido vencedor es investido por el jefe del Estado.
"No vemos cómo el MPLA podría perder estos sufragios. Una derrota sería un sunami", expresó Didier Péclard, investigador en la Universidad de Ginebra. "El único verdadero desafío es saber con qué margen va a ganar".
El sábado, a solo cuatro días de las elecciones, José Eduardo dos Santos, de 74 años, pasó a duras penas el testigo a su sucesor delante de miles de partidarios cubiertos con banderas rojas y negras con la estrella dorada del partido, convocados en la gran periferia de la capital, Luanda.
"No tenemos ninguna duda sobre la victoria del MPLA. Nuestro candidato será el futuro presidente de la República. Por eso les pido: el 23 de agosto voten al MPLA (...) y a Joao Lourenço", susurró con una voz casi inaudible.
Antes de despedirse rápida y discretamente de sus tropas, visiblemente cansado.
La salud de Zedu parece haber precipitado el momento de su retirada, que inicialmente había planeado para el 2018. Estos últimos meses, sus estancias "privadas" en España alimentaron los rumores, hasta el punto de obligar a su entorno y a su familia a desmentir públicamente su muerte.
"Dos Santos adelantó su salida (...) debido a sus problemas de salud", confirmó Álex Vines, del centro de reflexión británico Chatham House.
"Esta decisión refleja también la certeza para la dirección del MPLA de que una nueva candidatura del presidente saliente habría reducido su mayoría", agregó.
País en apuros. Porque, aunque pueda enorgullecerse de haber devuelto a su país la paz tras una mortal guerra civil (1975-2002), José Eduardo dos Santos abandona las riendas del poder en un país en crisis.
A pesar de la mano petrolera que llenó sus arcas durante 15 años, Angola sigue siendo uno de los países más pobres del planeta. Y desde 2014, la caída de los precios del oro negro la colocó al borde de la asfixia financiera y disparó el desempleo.
Los adversarios del MPLA convirtieron este balance en su principal argumento de campaña.
"Vosotros que sufrís, vosotros que estáis en la pobreza, sin electricidad, sin empleo, sin nada que comer: el cambio es ahora", repite desde hace semanas el candidato de la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (Unita), Isaias Samakuva.
Su rival de la Casa-CE, Abel Chivukuvuku, denuncia la corrupción del régimen.
"42 años de sufrimiento, 42 años de frustración, 42 años de mala gobernanza, 42 años de corrupción (...) no podemos continuar viviendo en un país rico habitado por ciudadanos pobres", declaró el domingo en el cierre de su campaña.
Si Jouao Lourenço gana el 23 de agosto, su tarea se anuncia particularmente delicada.
Muchos dudan de su capacidad para superar el sistema puesto en marcha por su predecesor.
Para bloquear el control del país, el jefe del Estado acaba de adoptar leyes que le protegen de la mayoría de los procesos judiciales y bloquean durante años cualquier cambio a la cabeza de la jerarquía militar y policial.
"No hay que esperar cambios por parte de Lourenço, que es un hombre del clan", predijo Benjamin Augé, investigador del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI).