Bogotá
Los colombianos reaccionaron el jueves con una mezcla de optimismo y dudas al acuerdo entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las FARC para poner fin a más de medio siglo de guerra interna.
"Yo estoy muy contento. No sé si será la paz, pero en todo caso es muy bueno que haya menos muertos", comentó Fernando Chaparro, taxista de 49 años que llegó a Bogotá 20 años atrás cuando los enfrentamientos entre guerrilleros y paramilitares lo obligaron a abandonar su natal departamento del Huila, en el suroeste del país.
El miércoles, en La Habana, los jefes de los equipos negociadores del Gobierno y de las FARC estamparon su firma en un histórico documento que pretende poner fin a un conflicto que ha dejado 260.000 muertos.
Sin embargo, el acuerdo final, de 297 páginas, deberá ser refrendado el 2 de octubre por los colombianos en un plebiscito.
En camino ya hacia esta consulta popular, el presidente Juan Manuel Santos anunció este jueves que, a partir del lunes, las Fuerzas Armadas pondrán en vigencia un cese del fuego definitivo en el enfrentamiento con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Reviolucionarias de Colombia (FARC).
"¡Se termina así el conflicto armado con las FARC!", añadió en medio de aplausos en la escalinata del Congreso, adonde asistió a iniciar el trámite de convocatoria al plebiscito.
Lo pactado con la mayor guerrilla de Colombia, surgida de una sublevación campesina en 1964, permitirá dejar atrás en gran parte una confrontación entre grupos armados de izquierda, paramilitares de derecha y fuerzas estatales, con un saldo de 260.000 muertos, 45.000 desaparecidos y 6,9 millones de desplazados.
Para ser aprobado en el plebiscito, el acuerdo debe cosechar al menos 4,4 millones de votos afirmativos (13% del padrón electoral) y que estos no sean superados por el no.
Antes de la consulta, Santos y el líder de las FARC, Timoleón Jiménez (Timochenko), firmarán la paz en un lugar y fecha aún por definir.
Sentimientos diferentes. El sueño de poner fin a los 52 años de enfrentamiento hay quienes lo reciben con recelo y no faltan los que no lo ven posible.
Es el caso de Clara Rozo, de 31 años, quien admitió no tener idea de lo que se firmó en la capital cubana, pero sentenció que "paz nunca va a haber porque siempre la guerra ha sido un negocio".
"Votaría en contra (...). Con este acuerdo vamos a estar peor", consideró Aldemar Panesso, un abogado de mediana edad, al cuestionar que salgan "favorecidos los señores guerrilleros".
Un sector influyente liderado por el expresidente derechista Álvaro Uribe (2002-2010) se opone firmemente a la paz negociada en La Habana, por considerar que traerá impunidad.
El pacto contempla que quienes confiesen crímenes atroces ante un tribunal especial podrán evitar la cárcel y recibir penas alternativas. Si no lo hacen, y son declarados culpables, serán condenados a penas de entre 8 y 20 años de prisión.
En cambio, Carlos Romero, gobernador del departamento de Nariño, no pudo ocultar su emoción cuando contó que recibió una llamada telefónica de su hija en la que le dijo: "Papá, parece que se acabó la guerra".
Romero es hijo de un exmilitante del Movimiento 19 de Abril (M-19), grupo guerrillero que se desarmó hace más de 25 años. "Somos optimistas. No tenemos otro camino y más como gobernador de Nariño, un territorio golpeado por la guerra".
"Ya estamos mas cerca de la paz, ya estamos más cerca de decir no más víctimas", afirmó Olga Caicedo, una estudiante de Derecho que esperaba el inicio de su clase este jueves en Bogotá.
El cuarto proceso de paz con las FARC tras intentos fallidos en 1984, 1991 y 1999 prevé compromisos para solucionar el problema agrario y enfrentar el del narcotráfico, combustible de la violencia. Además, establece mecanismos de reparación a las víctimas y de justicia, así como de participación política de los excombatientes.
"Es una oportunidad de pasar la página", señaló Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac), sobre el dilema de seguir buscando venganza por el "inmenso daño" que las FARC hicieron la país, o tomar el "camino del perdón".
Colombia "debe perdonar" los crímenes cometidos por las FARC y esta guerrilla debe cumplir el acuerdo alcanzado con el Gobierno, opinó Roberto Saénz, hermano del abatido jefe guerrillero Alfonso Cano, un exconcejal de Bogotá que nunca se unió a la guerrilla.
Elogios desde el exterior. El pacto alcanzado en La Habana recibió muestras de apoyo y bienvenida por parte de dignatarios extranjeros.
En un comunicado, la candidata demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Hillary Clinton, dijo que celebraba el acuerdo "que pone fin al conflicto armado interno más largo de las Américas".
Hizo la observación de que los colombianos deben convertir el acuerdo en una paz justa y duradera e indicó que en caso de ser presidenta será socia del proceso colombiano. "Después de más de 50 años de guerra, un nuevo día amanecerá en Colombia", expresó.
En su cuenta de Twitter, el presidente Nicolás Maduro, de Venezuela, uno de los países facilitadores de los diálogos de paz, felicitó a Santos y le ofreció "todo el apoyo" , mientras que la canciller argentina, Susana Malcorra, publicó en la misma red social: "Felicitaciones al presidente Santos y a todos los que trabajaron para hacer este acuerdo una realidad".
En tanto, el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, hizo un "llamamiento a la comunidad internacional para que preste todo su apoyo a Colombia en esta nueva y trascendental etapa".
Por su parte, el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, celebró en un comunicado "la valentía y el liderazgo del presidente Santos cuyo compromiso inquebrantable con la paz hizo posibles estos avances".
José Miguel Vivanco, director para las Américas de la organización Human Rights Watch, manifestó que con "el compromiso de las FARC para desmovilizarse y desarmarse debe terminar un capítulo trágico y sangriento de la historia de Colombia".