Brasilia. EFE La oficialista Dilma Rousseff y el opositor José Serra, aspirantes a la Presidencia de Brasil, se lanzaron ayer a la calle en el comienzo de la campaña para las elecciones de octubre y empiezan igualados las encuestas.
Según la ley electoral, desde ayer los candidatos pueden organizar mítines, caravanas y otros actos en las calles y comenzar a difundir su propaganda a través de Internet, a la que, según datos oficiales, acceden 60 millones de brasileños.
Los últimos sondeos le atribuyen tanto a Rousseff como a Serra un 39% de respaldo, haciendo que los próximos comicios se consideren como los más reñidos de la historia electoral del país.
Rousseff, candidata del Partido de los Trabajadores (PT) cuenta con el apoyo del presidente Luiz Inácio Lula da Silva y con casi todas las formaciones que integran la actual coalición de Gobierno.
Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), ha agrupado las formaciones más importantes de la oposición, como los partidos Demócrata (DEM) y Popular Socialista (PPS).
Rousseff comenzó ayer su campaña en Porto Alegre y reiteró su promesa de mantener y profundizar las políticas sociales aplicadas en el gobierno de Lula.
Serra, por su parte, se puso en campaña en la ciudad de Curitiba, donde presentó su primera oferta dirigida a las mujeres. Puso énfasis en un plan de exámenes gratuitos para embarazadas y atención especial en toda la red de salud pública.
Por otra parte, Marina Silva será la candidata presidencial del Partido Verde (PV). Esta campaña será la más cara de la historia electoral brasileña y, según datos de las autoridades, entre los tres principales candidatos tienen previsto gastar unos $225 millones.