Boston. EFE. Estados Unidos seguía ayer tratando de dar respuesta a las interrogantes que aún quedan por despejar sobre los atentados del pasado lunes en Boston después de la detención el viernes de uno de los supuestos coautores, Dzhokar Tsarnaev, quien, herido tras una espectacular persecución, aún no puede dar luz a las incógnitas.
Tras lograr capturar vivo al joven de origen checheno, las autoridades esperan poder interrogarlo con la esperanza de que el sospechoso de ejecutar las explosiones del lunes, que dejaron tres muertos y 170 heridos, pueda contestar a las grandes preguntas que aún quedan por resolver. La mayor de ellas, el porqué.
La inteligencia estadounidense y las fuerzas de seguridad que participaron en el operativo, tanto a nivel federal y estatal como local, aún no pueden asegurar con certeza si los hermanos Tamerlan y Dzhokar Tsarnaev actuaron solos, ni tampoco por qué decidieron colocar los artefactos explosivos en Boston.
El gobernador de Massachusetts, Deval Patrick, dijo que el detenido se encuentra en “estado grave, pero estable, aunque aún no es capaz de comunicarse”. Ayer también se conoció que los sospechosos tenían seis bombas y armas de fuego cuando enfrentaron a la policía.
Con el objetivo de poder llegar hasta el fondo del asunto, el FBI y la CIA no leerán sus derechos básicos al joven, conocidos como “Miranda Rights”, para que no pueda acogerse a permanecer en silencio cuando ejecuten el interrogatorio.
Dzhokar fue trasladado ayer al hospital Beth Israel de Boston para ser tratado de heridas que supuestamente sufrió en su huida en la noche del jueves al viernes y que le llevaron a ocultarse en un barco de recreo en el patio trasero de una casa en Watertown, al oeste de Boston.
Tras casi una hora de negociación y varios intercambios de disparos con la imponente fuerza de grupos de élite de agencias federales, policía estatal, equipos SWAT de Boston y Guardia Nacional, Dzhokar se entregó malherido.
Según indicaron las cadenas CBS y CNN, el FBI ya había entrevistado al mayor de los hermanos, Tamerlan, en el 2011 a petición de un gobierno extranjero para averiguar si tenía vínculos con grupos extremistas.
En esa entrevista el FBI no encontró nada incriminatorio contra el joven. La petición se basó en información acerca de que Tamerlan “era un seguidor del islamismo radical y un fuerte creyente”, según el FBI, que señala también que el joven “había cambiado drásticamente desde el 2010” y se preparaba para salir de EE. UU. y “unirse a grupos clandestinos sin especificar”.