SAN CRISTÓBAL CuCHU, Guatemala. AP. Iván Vásquez se despidió de sus seis hermanitos y su papá... Pasó poco tiempo para que toda su familia, incluida su madre y dos primos, murieran atrapados por una avalancha en una cantera donde trabajaban.
Las piedras fueron remecidas por el peor terremoto ocurrido en Guatemala desde 1976.
Tras el sismo, de una magnitud de 7,4 grados, decenas de personas corrieron rescatar a la familia. El menor de los niños apenas había cumplido tres años.
Cuando por fin lograron abrir paso entre los escombros, los pobladores encontraron a cada uno de los cuerpos de los niños abrazados a su padre, Justo Vásquez.
“Yo no fui (a la cantera) porque preparaba mi graduación (como perito contador)”, dijo Iván, entre lágrimas y sollozos. “¡Ay Dios mío!”, exclamó.
“Cuando los hallaron, estaban abrazados; sus cuerpos aún estaban tibios; dos niños tenían pulso pero no se pudieron salvar”, relató Rómulo Vásquez, hermano de Justo y padre de Ulises Uriel.
La familia sobrevivía extrayendo piedra pómez, comúnmente usada para fabricar ladrillos utilizados en la construcción de edificios. Es un trabajo rudo que se inicia desde temprano.
El día del terremoto, Daysi, de 14 años; Aldier, de 12; Gisely, de ocho; Merly, de cuatro; Delbis, de cinco, y Dibel, de tres, se levantaron a las 4 de la mañana para ir a trabajar junto con su padre.
Dos primos de los niños, Ulises Uriel y Aldo, de 12 años, y que vivían en una casa contigua, también se habían unido a la tempranera jornada de trabajo.
Hacia las 10:35 a. m., tras descargar unas piedras y mientras tomaban un refrigerio, el mundo se les vino encima.
“Estaban allí cuando llegó el temblor”, expresó Antonia López de Vásquez, cuñada de Justo.
San Cristóbal Cuchu está en lo alto de un cerro, y para llegar a él hay que recorrer más de 20 km por caminos de terracería.