Una distorsión que beneficia particularmente a grandes empresas y pone en peligro al país a escala internacional debe eliminarse, según el exministro de Comercio Exterior Alberto Trejos. “Es como ir a repartir al Country Club, en Escazú, los recursos de Asignaciones Familiares”, enfatizó.
Todo lo que crea este tipo de distorsión de precio es interpretado como un subsidio. En el último examen de política comercial en la OMC sobre Costa Rica ya se hicieron, de parte de varios países, cuestionamientos directos en relación con esta política. A mí no me cabe duda que un número importante de países consideran que esto es un subsidio. Me parece un riesgo innecesario, que afecta a muchos sectores productivos nacionales, mantener esta política. Además, más allá de la legalidad o ilegalidad de este subsidio, veamos qué estamos haciendo: estamos gastando $100 millones al año, que vienen de cobrarle más caro a los pobres el alimento más básico, y que se gastan en un 80% pagándole sobreprecio a menos de 30 compañías que son millonarias y no lo necesitan.
Creamos un mecanismo para ayudarle a los más pequeños en un momento de crisis, hace nueve años, transitoriamente. El momento pasó, mantenemos el mecanismo en marcha como si no hubiera pasado, solo que en vez de limitarlo a que nada más lo reciban los más pequeños, lo hemos extendido para que el 80% se vaya a los más grandes. Estos, además, no solo producen más en finca, sino que son los que procesan y los que se benefician de importar, lo que los hace todavía menos desvalidos.
Una manera de arreglar esto sería eliminar la fijación de precio (del arroz) por ley, capturar de una u otra forma –a través de la Corporación Arrocera, incluso– una parte del valor del arancel del desabasto, como se hace hoy, y, eso sí, asignar nada más esa parte, limitándose a los $15,9 millones que autorizan los acuerdos de la OMC, que ya van a cumplir 20 años, y asegurándose que va al verdadero destinatario, que es al productor pobre de arroz que necesita hacer una transición a más productividad o a otra cosecha en que se le valore más su tierra.
Las cosechadoras que pueden mover esta gente se ven bien grandotas cuando bloquean las carreteras. Y tienen muy asustado al (arrocero) chiquitito con que, si usted no apoya al grande en esta lucha, después no le compra y no le procesa o no le paga, como el año pasado.