El desapalancamiento de Estados Unidos ha terminado, o lo ha hecho en su mayor parte —y esa es una buena noticia, pero posiblemente, también mala.
Todo ese “apalancamiento” (préstamos, deudas, hipotecas) impedía la recuperación.
Los prestatarios se excedieron en sus préstamos. Las entidades crediticias, en brindar crédito. Los estándares de crédito se relajaron excesivamente. Llevaría su tiempo, se nos dijo, que estos excesos se normalizaran.
Los prestatarios pagarían sus deudas. Las entidades crediticias eliminarían las deudas incobrables.
Sin embargo, ahora que este desagradable proceso parece haberse prácticamente completado, más dinero puede fluir a los gastos del consumidor y de las empresas. La recuperación debería fortalecerse.
Esas son las buenas noticias. Las malas podrían ser que si esa mejoría no ocurre, la sugerencia es que la economía sufre de males más profundos y más difíciles de curar.
Por ahora, las pruebas del des-apalancamiento son abrumadoras. Los principales sectores de la economía, con la evidente excepción del gobierno, han aliviado sus cargas financieras. Entre ellos, encontramos las familias, los bancos y las principales corporaciones. Todos han reducido sus deudas o refinanciado a tasas de interés más bajas, para que el servicio de la deuda sea menos costoso.
Las evidencias
Un nuevo estudio de economistas de Morgan Stanley halla lo siguiente, basado en los datos de la Reserva Federal:
a. Del último trimestre de 2007 al último de 2013, la deuda de las familias norteamericanas cayó de $638.000 millones e a $13,8 billones. Toda esa bajada ocurrió en las hipotecas de viviendas (que bajaron $1,2 billones en ese mismo periodo). Aún así, la deuda de las tarjetas de crédito creció lentamente. Además, gran parte de la deuda —empezando por las hipotecas— ha sido refinanciada a tasas de interés más bajas, dice Morgan Stanley.
Como resultado, los pagos de la deuda del consumidor como proporción del ingreso disponible han caído a niveles no vistos desde principios de los años 80.
b. La deuda de las principales corporaciones no financieras (excluyendo bancos, compañías de seguros y otras firmas financieras) no ha disminuido, pero ha sido refinanciada a tasas más bajas.
Las empresas tienen menos cargas debidas al servicio de la deuda. En el punto más profundo de la crisis financiera en 2009, las corporaciones tenían alrededor de $1,50 de flujo en efectivo por cada $1 de pagos de intereses que debían.
Ahora esa proporción es alrededor de $3,50 a $1. Los vencimientos de las deudas también se han alargado. A causa de su posición más fuerte en cuanto a efectivo y de los vencimientos más largos, las empresas son menos vulnerables si no se renuevan los préstamos a corto plazo.
c. Las firmas financieras han reducido su apalancamiento. A fines de 2007, sus deudas igualaron alrededor de 110% de la economía, o Producto Interno Bruto (PIB).
A fines de 2013, sus deudas habían caído a casi un 80% del PIB. (Las firmas financieras tienden a pedir préstamos a una tasa de interés determinada y esperan poder ganar una tasa levemente más alta cuando prestan esos fondos o cuando los invierten.)
Los bancos también tienen más capital de accionistas para absorber pérdidas. En el 2008, el capital de bancos equivalió a alrededor de un 6% de los préstamos, títulos y otros bienes bancarios; ahora, el capital es casi un 9%.
¿Demasiado optimismo?
En cierta medida, el desapalancamiento ha liberado la economía estadounidense del legado de la burbuja crediticia.
Los consumidores están en mejor posición para consumir. Las empresas están en mejor posición para invertir. Los bancos están en mejor posición para prestar.
Podría haber un círculo virtuoso. Ese es un motivo por el que muchos economistas predicen una mejora en el crecimiento económico, de un poco menos de un 2% para 2010-2013, a un 3% para los próximos tres o cuatro años. También podría ser un falso amanecer.
En esta recuperación económica, los pronósticos han probado siempre ser demasiado optimistas.
Las personas y las firmas no se han comportado como los modelos económicos predijeron. Los modelos se basan en conductas anteriores. Pero la crisis financiera y la recesión han modificado la conducta de los individuos.
Un nuevo estudio de la Reserva Federal señala que “las ganancias de la mano de obra cayeron más en el periodo entre 2007 y 2009 que durante cualquier otra recesión posterior a la guerra [Segunda Guerra Mundial]”.
La caída ocurrió en todos los niveles de ingresos. Es cierto, algunos trabajadores recibieron aumentos, pero sus ganancias se vieron abrumadas por otras pérdidas.
Entre los trabajadores de menos ingresos, la caída promedio fue entre el 20 y 25%; incluso entre el 90 a 99% mejor remunerado, la caída promedio fue del 9% —y, es interesante señalar, que la caída promedio entre el 1% más alto fue del 23%.
¿Acaso esta impactante experiencia ha vuelto a los consumidores tan cautelosos que podrían seguir desapalancando?
Buena pregunta.
Pronto sabremos si el desapalancamiento impidió una recuperación más fuerte —o expresa otro fenómeno mucho más obcecado.
Robert Samuelson inició su carrera como periodista de negocios en The Washington Post, en 1969. Además fue reportero y columnista de prestigiosas revistas como Newsweek y National Journal.