Servicios como Uber y otros más de la economía colaborativa, revolucionan el mundo del empleo y Guy Ryder, director de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), considera que cada sociedad debe regularlos, según los valores que tenga en materia laboral.
Por ejemplo, si para una sociedad, sus valores son trabajo decente y justicia social, entonces, estas nuevas formas laborales deben adaptarse a ello, pero es cada país el que definirá eso.
“Esos son temas de política económica y social, así que yo creo que no hay que pensar que el futuro ya está escrito; nosotros escribimos el futuro, decir cómo vamos a reglamentar las nuevas tecnologías”, manifestó Ryder, el jueves pasado, en una entrevista con La Nación.
El director del organismo visitó el país para participar en el foro Hacia un crecimiento inclusivo con más y mejores empleos, que se realizó en el hotel Wyndham.
La tecnología cambió las relaciones laborales. Por ejemplo, Uber (firma que ofrece una plataforma para la comunicación de oferentes y demandantes de transporte), donde hay una empresa y trabajadores, una relación laboral, pero Uber no es un patrono. Este es un caso, pero se desarrollan más servicios así. ¿Cómo ve la OIT esta nueva forma de relación laboral?
Hoy se habla de la cuarta revolución industrial y la gente tiene la tendencia de abordar este debate, como en el pasado, como cualquier otra revolución tecnológica: cuántos puestos de trabajo va a crear y cuántos puestos de trabajo va a destrozar.
”Pero lo que tenemos esta vez es otra cosa. Claro, el balance destrucción y creación de empleo es sumamente importante, pero hay una dimensión, como usted lo ha dicho, que no entra en esta ecuación: es la capacidad de esta nueva revolución tecnológica de transformar la forma de trabajar y las relaciones de empleo, la ‘uberización’ de la economía es el debate”.
¿Cómo lo ve la OIT? Unos dicen que esto debe regularse, los países deben aprobar leyes y decir cómo debe funcionar. Otros dicen que no, que si se regula se echa a perder.
Cada país tiene un debate y, generalmente, con Uber en el medio, hemos visto en California que han tenido unas decisiones judiciales; en Francia estamos viendo la misma cosa; en la ciudad donde vivo, Ginebra, Suiza, están teniendo lo mismo.
”La tecnología avanza y no hay forma de pararlo, pero no hay que caer en la trampa de pensar que nuestro futuro, el futuro del trabajo, será impuesto o dictado por la tecnología; toda la cuestión depende de cómo vamos a manejar, a reglamentar la aplicación de la tecnología.
”Esos son temas de política económica y social, así que yo creo que no hay que pensar que el futuro ya está escrito; nos toca escribir el futuro, decir cómo vamos a aplicar, cómo vamos a reglamentar las nuevas tecnologías.
”Por eso, para mí, el punto de salida son los valores que yo defiendo o queremos defender nosotros, del trabajo decente, de justicia social. Esos son los puntos de referencia, y la tecnología tendrá que aplicarse en función de los valores y los objetivos que nosotros queremos identificar”.
Le entiendo que ustedes, como OIT, creen que se debe regular (la economía colaborativa) para adaptarlo a esos valores, que no se puede dejar a la libre.
Bueno, cada uno puede defender valores distintos, pero una vez que la sociedad decide lo que quiere del trabajo, si quiere ingresos mínimos para todo el mundo, oportunidades iguales para todo el mundo, una distribución del ingreso más o menos equitativa, tenemos que organizarnos en función de estos objetivos, así que, en este sentido, la tecnología es la variable pasiva de la ecuación.
También, han evolucionado otros tipos de trabajo: los transfronterizos, el teletrabajo, horarios flexibles... Ya la gente con su teléfono y su computadora puede trabajar cuando quiera.
Sí, hay una enorme diversificación de los modelos de trabajo, teletrabajo, transfronterizo, tiempo parcial, flexibilización de las modalidades de trabajo.
”Hoy día, más o menos el 50% de los trabajadores y trabajadoras del mundo tienen una relación empleador y empleado y un contrato de trabajo, pero solamente el 25% de los trabajadores y trabajadoras del mundo tiene la forma clásica de trabajar; es decir, un contrato permanente cinco días por semana, lo clásico; es minoría, es 25%”.
Parece que ha evolucionado más rápido de lo que se ha reaccionado para regularlo.
Yo creo que los marcos de reglamentación siempre tienen cierto retraso, porque observamos lo que pasa en el mundo y reaccionamos.
”Es difícil. Siempre decimos que tenemos que anticipar las evoluciones, pero no es fácil. Pero la idea de esta iniciativa de la Organización Internacional del Trabajo, de nuestro centenario, sobre el futuro del trabajo, es intentar anticipar lo que está pasando en el mundo”.