Washington. Ap. Los estadounidenses tendrán ahora más dificultades para tratar de averiguar dónde nació, creció y fue sacrificado el animal cuya carne roja están consumiendo.
El Congreso derogó el mes pasado una ley de etiquetado que obligaba a los minoristas a incluir el país de origen de la res o el cerdo en los paquetes de carne. Fue una victoria importante para la industria de la carne, que luchó contra esa ley en el Congreso y en los tribunales desde la década del 2000.
Los legisladores alegan que no tuvieron más remedio que revocar las normas de las etiquetas después de reiteradas resoluciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Este órgano autorizó recientemente a Canadá y México para que apliquen represalias económicas contra Estados Unidos por más de $1.000 millones.
“Los exportadores estadounidenses pueden ahora suspirar de alivio”, manifestó el senador Pat Roberts, republicano por Kansas, presidente de la comisión del Senado para nutrición y recursos agrícolas y forestales. El viejo rival de las etiquetas ayudó a colocar la derogación en un masivo proyecto de presupuesto a fines del año pasado.
Tras la aprobación de la ley, el secretario de Agricultura, Tom Vilsack, aseguró que el Gobierno dejaría de exigir las etiquetas.
Los grupos defensores de los consumidores en Estados Unidos dicen que la derogación es decepcionante en momentos en que se demanda más información sobre el origen y procesamiento de sus alimentos. Agregan que las etiquetas ayudan a las personas a tomar decisiones de compra mejor informadas y alentar la adquisición de carne estadounidense.
El Congreso hizo obligatorias las etiquetas en el 2002, en medio de temores de que el ganado importado tuviera la enfermedad de las vacas locas.