La Administración estadounidense está volviendo a abrir y no cayó en la impuntualidad con los pagos de la deuda. Los días felices han vuelto, ¿no es cierto?
Bueno, no. Por una parte, el Congreso solamente aprobó un arreglo temporal y puede que dentro de unos meses volvamos a pasar por todo eso de nuevo. Uno podría decir que los republicanos estarían locos si provocaran otro enfrentamiento, pero si fueron locos para provocar el presente, ¿por qué dar por un hecho que aprendieron la lección?
Más allá de eso, sin embargo, es importante reconocer que el daño económico resultante de la obstrucción y la extorsión no empezó cuando el Partido Republicano cerró la Administración. Por el contrario, ha sido un proceso en desarrollo continuo, que se remonta a cuando los republicanos tomaron control de la Cámara de Representantes en el 2010. Y el daño es grande: el desempleo en los Estados Unidos sería mucho menor si la mayoría en la Cámara no hubiera hecho tanto por minar la recuperación.
Repercusiones. Un punto útil para valorar el daño causado es un informe ampliamente citado de la firma Macroeconomic Advisers, que calculó que la política fiscal “motivada por crisis” –que ha sido la norma desde el 2010– ha restado alrededor del 1% a la tasa de crecimiento de los EE. UU. durante los últimos tres años. Esto implica pérdidas económicas acumulativas –el valor de los bienes y servicios que Estados Unidos pudo y debió producir, pero que no concretó– de alrededor de $700.000 millones.
La firma también estimó que el desempleo es 1,4 puntos porcentuales más alto de lo que habría sido en ausencia de enfrentamiento político, suficiente para implicar que la tasa de desempleo en este momento estaría por debajo de 6%, en vez de estar por encima del 7%.
Uno no tiene que tomar estos cálculos como santa palabra. De hecho, tengo dudas respecto a los intentos del informe por valorar los efectos de la incertidumbre de las políticas, porque depende de investigación que no se ha sostenido firme cuando se somete a escrutinio.
Sin embargo, sería un error llegar a la conclusión de que Macroeconomic Advisers exageró el caso.
El principal propulsor de sus cálculos es la marcada caída desde el 2010 en el gasto discrecional como porción del producto interno bruto (PIB); es decir, en gasto que, a diferencia de gasto en programas como Seguro Social y Medicare, tiene que ser aprobado por el Congreso cada año.
Dado que el mayor problema que la economía estadounidense afronta es todavía la demanda general inadecuada, esta disminución en el gasto ha deprimido tanto el crecimiento como el empleo.
Lo que es más, el informe no contempla el efecto de otras malas políticas que son resultado más o menos directo de la toma de control republicana en el 2010. Dos grandes cosas malas sobresalen: permitir el aumento en los impuestos a la planilla y reducir pronunciadamente la ayuda a los desempleados, aunque hay todavía tres veces más gente que anda en busca de trabajo que oportunidades de empleo.
Ambas acciones han reducido la capacidad de compra de los trabajadores estadounidenses, con lo que se ha debilitado la demanda de los consumidores y se ha reducido aún más el crecimiento.
División. Si ponemos todo junto, no es aventurado pensar que esos estimados del daño resultante de la “toma de rehenes” política, no dan la dimensión del daño real causado. Las elecciones tienen consecuencias y una consecuencia de las victorias republicanas en las elecciones de medio periodo del 2010 ha sido una economía que todavía está débil, cuando podía y debería estar muy avanzada en el camino hacia la recuperación total.
Pero, ¿por qué es que las exigencias republicanas de manera tan consistente tienen un efecto depresivo sobre la economía?
Parte de la respuesta es que ese partido se mantiene decidido a hacer guerra entre las clases altas y bajas en una economía donde tal guerra es particularmente destructiva.
Recortar los beneficios a los desempleados porque uno piensa que tienen las cosas demasiado fácil,es es cruel incluso en tiempos normales, pero tiene el efecto secundario de destruir empleos cuando la economía ya está deprimida.
Defender los recortes de impuestos a los ricos, mientras alegremente se descartan reducciones de impuestos para los trabajadores ordinarios, significa redistribuir el dinero de gente que es probable que lo gaste, a gente que es probable que se aferre a él.
Austeridad. Debemos admitir el poder de las malas ideas. Allá en el 2011, triunfantes republicanos adoptaron ansiosamente la idea, ya popular en Europa, de la “austeridad expansiva”: el concepto de que reducir el gasto, en realidad, estimularía la economía al aumentar la confianza.
Desde aquel momento, la experiencia ha refutado plenamente este concepto: por todo el mundo desarrollado, los grandes recortes del gasto han estado asociados con crisis económicas más pronunciadas. De hecho, el Fondo Monetario Internacional emitió eventualmente lo que equivalía a un mea culpa , al admitir que había subestimado en gran medida el daño que causan los recortes en los gastos. Como pueden haber notado, sin embargo, los republicanos actuales no están muy dedicados a revisar sus puntos de vista ante la evidencia.
¿Son todos los problemas de la economía culpa del Partido Republicano? Por supuesto que no. El presidente Obama no tomó una posición lo suficientemente firme contra los recortes en gastos y la Reserva Federal pudo haber hecho más para apoyar el crecimiento.
Pero la mayor parte de la culpa por el giro equivocado que tomamos en política económica, no obstante, recae sobre los extremistas y extorsionadores que controlan la Cámara. Las cosas pudieron ser peores. La semana pasada logramos evitar la caída en un hondo precipicio, pero todavía seguimos por un camino que no lleva a ninguna parte.
Paul Krugman es profesor de Economía y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton y Premio Nobel de Economía del 2008.