Un sistema tributario que no logre metas claras de recaudación debe tener mecanismos para analizar las causas de ello.
Dentro de las diversas causas que se encuentran cuando se analizan las condiciones de capacidad y presión recaudatoria de los fiscos en general se tienen: la deficiencia del sistema legal en el derecho tributario material; esto es, que en las leyes se encuentran debilidades que de forma sistemática provocan la fuga recaudatoria en la que el contribuyente no contraviene la norma, sino que la soslaya aplicando el principio de aprovechamiento de la economía de opción.
Por otra parte, se encuentra como causa común la impunidad, más relacionado con el derecho sancionador y el manejo de los medios de detección de manifestaciones de riquezas que, estando supuestas a tributar, simplemente obvian -evaden- esta responsabilidad.
Una de las causas que menos se aluden y que considero la más importante en los tiempos recientes, en especial desde la crisis financiera del 2008, es la destrucción de empleo real, emprendimiento potencial, riqueza real y medios de agregación de valor a la misma. A este fenómeno se le presta poca o ninguna atención, siendo el fundamental para lograr que, a través de la generación de riqueza, que en lenguaje tributario se traduce en capacidad de contribuir, se pueda contar con aumentos en la recaudación.
A modo de resumen sobre los acontecimientos relevantes en el ámbito tributario de la Administración Chichilla, se lograron cambios drásticos en el sistema represivo, en los medios de adquisición de acceso a la información de los contribuyentes tanto a nivel nacional como internacional y en fuentes que antes estaban blindadas, cual es el caso de las instituciones financieras. De la misma forma, se logró un buen diagnóstico de las características de la reforma tributaria que ha de venir.
Se logró poco -para no decir nada- en la contención de la informalidad de la economía, que hace a los supervivientes del sistema formal seamos menos competitivos. Queda para la próxima Administración, si es sensata y audaz, fomentar el crecimiento de la economía, propiciar nueva inversión y apoyar a la existente, combatir el informalismo frontal y el disfrazado y así, con más riqueza, se aumenta la base de capacidades contributivas y se pueden lograr los aumentos necesarios en la recaudación.