Limón. Aracelly Matamoros Vargas es una mujer de 35 años que debe luchar sola por la subsistencia de sus cinco hijos y de dos nietos.
Su único ingreso son los ¢110.000 mensuales que recibe gracias a un bono del Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) y la beca estudiantil asignada a los niños que van a la escuela.
Ella padece de cáncer de cérvix y de estómago.
Aracelly es madre de Leslie Gabriela, Kevin Jesús, Alberto, David y Jona de 19, 15, 12, nueve y cinco años, respectivamente.
Este hogar es un vivo ejemplo de las familias costarricenses que se ubican entre el 10% más pobres de nuestro país y cuyo ingreso se aleja, cada vez más, del 10% de los hogares con más recursos.
Según el Banco Mundial, la brecha en los ingresos generada por desigualdad de oportunidades es injusta. En el caso de Aracelly, su situación también limita en gran medida las oportunidades de sus hijos.
La mujer es la antepenúltima de 17 hermanos cuyos padres ya fallecieron. Ella vive la permanente congoja de ver cómo reune los ¢40.000 mensuales de la casa que alquila.
La vivienda está construida sobre pilotes. Tiene un piso de madera con ranuras entre tabla y tabla, por las cuales se cuelan hacia el interior olores nauseabundos producidos por la fata de alcantarillado sanitario o, al menos, de tanque séptico.
El techo, carente de cielo raso, deja al descubierto las viejas cerchas de madera, un zinc en mal estado y, lo más preocupante, una instalación eléctrica totalmente expuesta y con dos o tres bombillos en uso.
Sueños. “Usted no se imagina qué lucha más dura. El sueño de mi vida es ver si, antes de morir, puedo dejarle al menos una casita a mis hijos y, que no me ocurra como le pasó a mi mamá (Aida Blanca Vargas) que falleció apenas hace un mes sin poder dejarle resuelta la situación a mi hermano (Aníbal), de 29 años, que sufre de parálisis cerebral”, expresó Aracelly.
Su última pareja, relata la mujer, la abandonó luego de enterarse de que sufría de cáncer de estómago. El de cérvix se lo diagnosticaron desde que tenía 23 años. No recibe ningún tipo de pensión.
“Esto es durísimo, como para que una se vuelva loca”, reiteró la joven madre quien todos los meses debe ver cómo deja su hogar organizado ´para trasladarse al Hospital Calderón Guardia a recibir quimioterapia.
La medicación, además de causarle la usual caída de pelo, la sorpresiva secuela de la inflamación de la pierna, también le está acarreando problemas de memoria.
“Todo se me está olvidando y eso me preocupa mucho porque tengo muchos hijos, muy pequeñitos y todos bajo mi responsabilidad”, expuso.
Matamoros también vela por las nietas Yeimelin y Yeireley, de dos años y de cinco meses, respectivamente.
Ambas son hijas de Leslie Gabriela quien, junto con Kevin Jesús, dejaron los estudios para aportar algún dinero mediante trabajos ocasionales.
Las personas interesadas en ayudarla pueden contactar a la pastoral social de Limón.
La pastoralla apoya con un diario mensual que, entre otros artículos, incluye dos latas de atún, dos bolsitas de café, harina y botellas de aceite, al igual que arroz, azúcar y jalea.