“Es el terremoto que hace caer la represa”, afirmó Pascal Saint-Amans, jefe de la unidad de lucha contra los paraísos fiscales en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
El sismo se resume en un acrónimo, FATCA, nombre de la ley que entrará en vigor en Estados Unidos tras largas negociaciones y numerosos escándalos de evasión fiscal que implican a bancos suizos (UBS, Credit Suisse, etc.) y sus ricos clientes estadounidenses.
Bajo esta regulación, decenas de miles de bancos extranjeros estarán obligados a entregar constantemente información detallada acerca de los depósitos de los clientes de estadounidenses o sujetos de ser gravados por Estados Unidos.
Así, los bancos tendrán la tarea de identificar qué clientes están sujetos a este reglamento y deberán asegurarse de que tienen la capacidad operativa para satisfacer las demandas de Washington.
Sanciones. Si no respetan esta obligación, destinada a las cuentas superiores a $50.000, se exponen a una sanción: una retención de 30% sobre los ingresos brutos percibidos por sus actividades en EE. UU.
“Es el arma atómica”, comentó Saint-Amans.
Más de 77.000 bancos en todo el mundo se mostraron dispuestos a colaborar con Estados Unidos para curar en salud su relación con la economía más grande del mundo. Y, para consolidar el dispositivo, Washington obtuvo el compromiso de más de 70 países para hacer respetar la ley FATCA.