A cada año le llegan sus pintas con características muy particulares y en el 2015 tenemos como particularidad un ambiente fiscal –tanto a nivel local como internacional– muy llamativo, para decirlo de alguna manera. La verdad sea dicha, será excesivamente exigente y de grandes presiones para los contribuyentes.
Es necesario tratar lo que viene a nivel internacional, ya que esto se deberá reflejar de una forma u otra en el quehacer de los negocios costarricenses que se encuentren integrados en el mundo, así como en los compromisos institucionales que como país debemos asumir en la vorágine regulatoria internacional.
Para el final de este año se han de tener puestos en marcha los 15 pasos del programa de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) conocido como BEPS (Base Erosion and Profit Shifting). Este programa cambia el perfil de los negocios internacionales, así como las regulaciones de relevancia a nivel local, vista la necesidad de obtener información intercambiable en términos de minería de datos masivos que puedan generar un mayor nivel de percepción efectiva de riesgo en la arena de la fiscalidad internacional y local.
Incluso aquellos países con arraigo al principio de territorialidad, como el caso costarricense, se verán permeados por esta tendencia que se avecina.
Dentro de la lista de los 15 pasos al menos cuatro tienen que ver con esfuerzos en el ámbito de precios de transferencia, tema que nuestro país recién regula pero que lleva años de litigar de manera desenfrenada.
Por otra parte, las diversas regulaciones que en materia de escudos fiscales tradicionales se generen, tales como el financiamiento, han sufrido y experimentaran nuevos retos, ejemplo de ello es la nueva regulación que eliminó en efecto la exención de los intereses respecto del impuesto sobre remesas al exterior.
A la vez, la presión en el proyecto de ley al respecto de las reglas de subcapitalización, son algunos de los muchos retos que nos plantean este año y que resultan de las reglas BEPS.
Existe un ambiente interno convulso en materia fiscal, así como también la presión internacional, para alcanzar un estándar mundial de intercambio por suministro de información a partir del 2017. Esa fecha suena tan lejos como originalmente sonó BEPS. Pero, ya estamos ahí.