Se dice que muchas empresas familiares no pasan de la segunda generación. Se dice también que existe una marcada mortalidad infantil de empresas. Son analogías biológicas o demográficas cuya aplicación tiene sentido.
Las empresas son cuasi personales: piensan, anhelan, sufren, saben lo que está bien y lo que está mal. Y lo son porque sus conductores y sus colaboradores son humanos.
El día que la inteligencia artificial haga la total conducción de las empresas, ya no lo serán pero entre tanto, quizá convenga profundizar la analogía señalada.
El médico estima nuestra expectativa de vida según nuestra edad, la edad de nuestros padres, nuestros hábitos de vida saludables o no (tabaquismo, alcoholismo, sedentarismo), nuestro perfil lipídico, nuestro peso. ¿Cuáles rasgos de la empresa podrían ser análogos a estos?
En un medio como el de hoy, ceteris paribus –en igualdad de condiciones de otros factores como los financieros, de mercado, de producción–, se podría apostar a la larga vida de una empresa según los siguientes factores.
Uno de ellos es la apertura hacia el exterior: es mala cosa que la empresa no mire hacia su entorno y que se concentre en lo que ocurre dentro.
También es importante tener una apertura razonable hacia lo técnico, lo cual se refleja en los talentos de su personal y en la cantidad y calidad de insumos formativos que reciben. Subrayo que no es lo mismo capacitación que obtención de insumos formativos. Es un mal rasgo desdeñar lo técnico así como también la idolatría de lo técnico.
Una mezcla saludable entre colaboradores jóvenes, con formación de vanguardia, y personal de experiencia, también es positiva. Tanto la prudencia como la audacia deben encontrar espacio en la empresa.
La innovación es más que solo creatividad, pero en una empresa donde no se cultiva la creatividad no surgirán empeños innovadores. Ese rasgo no está relacionado con la edad: hay innovadores de 70 años y conservadores de 25.
Por último, las relaciones con clientes y proveedores –alianzas, si fuera posible– deben ser fuente constante de auto reflexión y de desafío.
Que el politicking , presente en toda empresa, sea constructivo y no destructivo.