El acuerdo político entre diversas fracciones de oposición el 1.° de mayo, incluye en el área de gestión fiscal una clara expresión política de no aprobar proyectos de ley en temas de impuestos durante la presente legislatura, en la que se dio la “toma de la Bastilla” debido a la desazón de las relaciones con el Poder Ejecutivo.
Es importante entender esta postura en el contexto que se indica en el documento pactado por esas fracciones, con el fin de forzar una reforma seria del Estado en materia de gasto y combatir la evasión. Esto requiere, indudablemente, de un llamado al cambio en las posiciones del Ministerio de Hacienda, donde se soslaya el tema del gasto público con un discurso retador a la imaginación cuando se envió el cuestionable presupuesto 2015 y se luchó a ultranza para defenderlo.
Como analista de la situación económica en materia de política fiscal, debo aplaudir que se promueva el compromiso de lograr una ley de empleo público, que elimine las prebendas del sector Gobierno, cuyas redundancias funcionales son estridentes.
No es de recibo que se sigan intensificando los impuestos sobre los hombros de los mismos contribuyentes, donde las bolsas de fraude siguen bajo privilegios inaceptables que tuvieron un momento y razón histórica para ser pero que deben –al igual que el gasto– ser revisados. El recaudo fiscal se debe favorecer mediante una eliminación general de exenciones y una selectiva, pero seria, búsqueda de los regímenes de exención, que de forma transparente se validen a la luz de la actual realidad económica.
Se requiere de acciones fuertes y severas contra la economía informal, muchas de ellas encubiertas en “pequeños emprendimientos”, de mera apariencia bajo el sombrero del régimen simplificado o simplemente de la descarada informalidad que desfila frente a la propia Dirección de Tributación a su vista y paciencia frente a la avenida segunda.
Para estos cambios, hay que escoger nuevos líderes en la gestión del gasto, así como el direccionamiento de esfuerzos eficientes con el objeto de combatir la evasión.
Los proyectos de nombres pomposos como “lucha contra el fraude” y otros de la misma línea no son suficientes. Es necesario reformar la tendencia a aumentar las cargas sobre los grandes contribuyentes, cuando los que deben estar sujetos a estas cargas siguen bajo el radar.