Son una minoría que se niega a tener un jefe y asume más riesgos que esperar de su patrono un cheque a fin de mes.
Los trabajadores asalariados con negocios propios inscritos y un ingreso autoasignado –independientemente de sus utilidades– representan apenas el 2% de la población trabajadora costarricense.
Equivalen a 27.000 personas, según estimó La Nación, a partir de los datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos (Enigh) del 2013.
Ellos se distinguen de quienes tienen negocios propios “autónomos”, los cuales tienen mayor informalidad y donde el emprendedor no se asigna un salario específico, sino que obtiene un ingreso variable derivado de lo que genera el negocio, según la definición de la Enigh.
Los trabajadores asalariados con negocios propios no necesariamente son jóvenes: su edad promedio es de 43 años, mientras que la mitad de la clase asalariada del país tiene 34 años o menos.
Si piensa que su ingreso salarial promedio es bajo, se equivoca. Asumir más riesgos puede dejar su recompensa: estos trabajadores ganan más que el promedio de la empresa privada, pero menos que el salario promedio en el sector público.
Las personas con un negocio propio “asalariado” reciben una media de ingreso de ¢942.000.
Según una calculadora salarial de El Financiero , en promedio y extrayendo el efecto de otras variables en el salario (género, nivel educativo, edad, entre otras), una persona con un negocio propio puede generar ingresos 44% más altos que un trabajador de una empresa privada pequeña. Al compararlo con una firma mediana, son 21% más elevados, y 7% más altos respecto de un empleado de una compañía privada grande.
Eso sí, sus ingresos son más bajos que los de un empleado público. Si alguien que tiene un negocio propio se trasladara al sector estatal, su ingreso medio subiría un 13%.
¿Y la escolaridad? El 56% tiene un título universitario, pero casi la cuarta parte no ha terminado la secundaria.
César Arce, de 35 años, es parte de los emprendedores con alta escolaridad. Desde la incubadora de negocios AUGE, de la Universidad de Costa Rica, este ingeniero informático fundó la aplicación Biin (www.biinapp.com), que genera programas de lealtad y presencia móvil para comercios. Él pidió colaboración a la empresa Hewlett Packard, donde es gerente, y readecuó su horario para trabajar medio tiempo en su emprendimiento.
Hace una semana renunció y se dedicará tiempo completo a su app , la cual lanzaría en mayo.
Para Luis Jiménez Silva, director de AUGE, el caso de Arce es típico dentro de la incubadora que dirige.
“En nuestro caso, mucha de la innovación proviene de empleados que son maduros y con alta escolaridad. Ya tienen experiencia”, sostuvo.
Jiménez agrega que esa experiencia se refleja en sus propuestas. “Las ideas que traen las personas a AUGE llenan, en muchos casos, necesidades relacionadas con el giro del negocio de la empresa para la que trabajan. Incluso, pueden llegar a ser proveedores de sus patronos, en muchos casos”, agregó Jiménez.
Sin embargo, hay indicadores que sugieren una leve baja en el afán emprendedor nacional.
Por ejemplo, según informa el Global Entrepreneurship Monitor , un informe global de emprendimientos, luego de aumentar del 2009 al 2012, la “intención emprendedora” en Costa Rica (el porcentaje de personas entre 18 y 64 años que desean empezar un negocio dentro de tres años) bajó de 33,4% a 29% para el 2014.