Comienza un nuevo año fiscal. El que terminó ya es pasado. Ahora comienzan otros 12 meses. ¿Habrá que cambiar algo?
Si hacemos lo mismo que en el año que termina, posiblemente obtendremos resultados menos buenos. ¿Por qué? Porque lo que la globalización nos ha traído es una competencia más intensa. Y la competencia es beneficiosa comunitariamente por dos razones. Primero, porque obliga a todos los participantes en el mercado a aumentar su eficacia y su eficiencia, y porque elimina a los que no dan la talla, liberando de esta manera recursos productivos que se reasignan.
Si queremos estar en el primer grupo, el de las empresas que aumentan su eficacia y su eficiencia, este es el momento para plantearnos algunas preguntas. Tal vez la primera es si tenemos que hacer ajustes estratégicos. Quizá deberíamos explorar nuevos mercados o nuevos productos. Quizá convendría gestionar alguna alianza. Y revisar el ajuste que hay entre lo que el mercado exige y las ventajas competitivas que hemos venido consolidando. Sin ventajas competitivas relevantes, es cuestión de tiempo para que enfrentemos problemas serios.
Luego conviene revisar si los sistemas y procedimientos operan a un nivel de eficiencia adecuado. ¿Operan siempre? ¿O a veces inexplicablemente no funcionan? ¿O la calidad de su funcionamiento varía sin control?
El tema de la estructura es importante, especialmente si lo miramos desde el punto de vista de la estructura en acción. ¿Se toman las decisiones a un nivel adecuado? ¿Fluye con facilidad la información necesaria para tomar esas decisiones? ¿Están las actividades fundamentales atendidas en el nivel y por las personas idóneas? ¿Ocurren con espontaneidad las relaciones necesarias para la ejecución de las actividades y decisiones fundamentales?
Quizá de aquí salga una buena agenda para que los ejecutivos de la empresa hagan un análisis sobre cómo se preparan para el nuevo año fiscal. Dentro de las empresas existe el talento requerido para detectar áreas de mejora y elegir los cambios de rumbo que podrían producir resultados mucho mejores.
¿Qué se necesita? Tres reuniones de dos horas. Café, bizcochos de maíz, una pizarra blanca y un buen clima de comunicación.