“Si las mujeres que empiezan a trabajar asumen la cultura del trabajo así, sin modificarla, lo más probable es que retrasen tanto su maternidad que pueden llegar a renunciar a ella”.
Así lo considera María Paola Scarinci de Delbosco, profesora en el Centro Conciliación Empresa y Familia del IAE Business School, la tercera mejor escuela de negocios de América Latina.
Scarinci, de nacionalidad argentina, se encuentra en el país para participar hoy en el III Congreso Empresarial Mujer y Negocios 2012 que organiza la Cámara de Comercio, precisamente en el Día Internacional de la Mujer.
En conversación con este medio, Scarinci comentó que la cultura de trabajo que prima hasta ahora, afecta hasta los mismos hombres, quienes para ascender, han sacrificado esposas e hijos.
No obstante, actualmente se está dando un cambio en esa cultura hacia una que permite una vida plena de los trabajadores.
“Lentamente, en algunas empresas, sus directivos se dan cuenta de que no pueden contratar a personas calificadas si no les ofrecen alguna forma de flexibilización; las nuevas generaciones ya llegan al trabajo con algún tipo de pretensión de este tipo”, comentó ayer en una breve entrevista.
Comentó que en Argentina, desde hace cuatro años, se usa un índice de responsabilidad familiar del empleador, que evalúa a las empresas por ser empleadoras responsables y amigas de las familia.
En el primer año en el cual se realizó la encuesta, ninguna empresa calificó, pero dos años y medio después ya un 10% estaba en el nivel más alto, pues organizaban el trabajo de manera que sus empleados podían tener una vida familiar lógica, aseveró.
La especialista comentó que las mujeres trabajadoras son las que más deben impulsar ese tipo de cambios, en vez de llegar a la empresa a adaptarse a las reglas.
“Es difícil, hay que cambiar la cultura del trabajo, hay que encaminarlo, nosotras las mujeres profesionales, debemos impulsar un tipo de trabajo que permita una vida plena”, comentó.
En Costa Rica, según la Encuesta Nacional de Hogares del 2011, trabajan 755.000 mujeres. La quinta parte de ellas se empleaba en el sector de comercio y reparación. En ese año la tasa de desempleo en el sector femenino alcanzó un 10%, mientras que la de los hombres fue de 6%.