Ante el alargue que decidió el pueblo de Costa Rica en la decisión para elegir su presidente, es fundamental que el clima de incertidumbre que provoca en el sector empresarial sea mitigado, de manera proactiva desde tres bandos.
Por un lado, creemos conveniente que la Presidencia de la República convoque a los dos candidatos de los partidos que van a la segunda ronda a negociar de plano que tipo de reforma fiscal lograrán definir para el país. Lo anterior con el fin de que sea presentada al Congreso en las próximas semanas, tal y como lo había anunciado el propio Ministerio de Hacienda.
En segundo lugar, debe evitarse que la discusión del tema de reformas fiscales atasque los primeros meses de Gobierno y que, por el contrario, una vez resueltos a nivel legal los aspectos de orden estructural del ingreso, dejar al próximo Congreso y Presidente referirse a los asuntos del tamaño y la calidad del Estado. El problema de déficit fiscal ciertamente pasa por el tamiz de modelo de Estado que decidamos tener, pero no podemos obviar, independientemente, lo que se pueda decidir en el proceso de eficiencia institucional.
No podemos olvidar que recientemente el Ministro Ayales ha resumido los consensos en materia de las mesas de dialogo: “En el frente de los ingresos tributarios, una de las medidas que despierta acuerdos es la transformación del Impuesto General de Ventas (IGV) en un Impuesto de Valor Agregado (IVA) que grave la prestación de servicios. También el fortalecimiento de renta, mediante el uso de información proveniente del IVA y la globalización de todas las fuentes de renta ha generado aceptación en varios sectores. Estas modificaciones a los dos pilares recaudatorios, no eliminan la necesidad de mejorar la administración tributaria en sus tareas de recaudación y lucha contra el contrabando”.
En tercer lugar, lo más valioso sería que las acciones valientes y oportunas empiecen a dar signos al sector privado de cómo ordenar sus asuntos en materia de inversión, a fin de mitigar una desaceleración acentuada que puede dejar un primer semestre del año en deuda de crecimiento en el mejor de los casos. Es evidente que esta es una decisión que requiere valentía pero no dudamos que si los aspirantes a la Presidencia de la República así lo entienden, y la actual presidencia lo convoca, el único y gran ganador será el país.