La reducción en la importación de vehículos se suma a los factores que golpean las ya maltrechas finanzas del Gobierno Central.
Dicha baja se replica en menor crecimiento de la recaudación de los impuestos selectivo de consumo y ventas este año.
En el caso del primer tributo, la recaudación pasó de crecer un 18,2% en los primeros nueves meses del 2016 respecto a igual periodo del 2015, a una caída de 3,3% en el mismo periodo del 2017, en relación al 2016.
La recaudación de estos gravámenes a los vehículos representa cerca del 80% del monto total que percibe el Ministerio de Hacienda por el impuesto selectivo de consumo.
Por su parte, el crecimiento de la recaudación del tributo sobre las ventas cayó a cerca de la mitad en estos mismos periodos comparados.
Este año hubo un cambio en la fecha de importación de vehículos nuevos. Antes, las agencias podían traer los autos del año siguiente a partir de agosto y este año se varió a partir de setiembre.
Con el cambio se buscó ordenar la forma en que se calcula el valor fiscal de los automotores y así obtener más ingresos por el impuesto a la propiedad de vehículos.
El ministro a. i. de Hacienda, Fernando Rodríguez, explicó que, hasta los datos fiscales de agosto, consideraron que este cambio generó una variación en la recaudación de impuestos y esperaban que en setiembre repuntara, pero no sucedió así.
Rodríguez considera que hay otros factores que están influyendo en que los consumidores compren menos automóviles y por lo tanto, que las agencias importen menos vehículos. Entre otros, citó el no tener claro el rumbo de las tasas de interés y del tipo de cambio, debido al problema fiscal.
El ministro interino considera que este octubre, por los efectos de la tormenta Nate, el consumo se podría desacelerar más y por ende la recaudación de impuestos, pues hay sectores afectados como el turismo interno.
Debilidades. “Se percibe una ralentización notoria producto de la pérdida de dinamismo del gasto interno –algo que evidencian tanto el IMAE (índice mensual de actividad económica), como los datos del PIB (producto interno bruto)– lo que implica que el crecimiento de los ingresos de los últimos años fue un fenómeno pasajero y no sostenible”, manifestó el economista José Luis Arce.
Precisamente, el menor crecimiento en la recaudación de impuestos en los primeros nueve meses del año se combinó con un mayor crecimiento del gasto debido a las mayores erogaciones por intereses, inversiones y transferencias y eso ocasionó que el déficit financiero del Gobierno se agudizará más.
El déficit financiero (exceso de gastos totales sobre los ingresos totales) acumulado en los primeros nueve meses del 2017 representó un 4% del PIB estimado para este año, un resultado más alto que el 3,4% del mismo periodo del año anterior.
El incremento en el déficit implica que es mayor el monto que el Gobierno debe conseguir mediante préstamos. Además el déficit de cada año se añade a una creciente deuda pública que genera mayores intereses en el futuro.
“Cada mes que pasa es evidente que el problema se agrava, que sus consecuencias empiezan a hacerse más visibles –subida en tasas, desaceleración del gasto, etc.– y lo más preocupante es que, cómo al Gobierno parece no importarle más allá de una postura mediática momentánea, y que como sociedad seguimos sin entender que tenemos un desequilibrio enorme en las finanzas públicas”, resaltó Arce.