Chris Ibasan recorre solo ocho kilómetros para trabajar todos los días en uno de los distritos de negocios de Manila, pero con frecuencia es un trayecto cotidiano de dos agotadoras horas que hace que llegue tarde a la oficina.
“Mi gerente entiende”, dijo Ibasan, de 24 años, empleado en una empresa de fletes. “Todos llegan tarde; hasta los gerentes llegan tarde al trabajo”. Desde su punto de vista, el problema es sencillo.
“Son demasiadas las personas que van a trabajar, demasiados vehículos y no hay suficientes vialidades”, anotó. “Y tomar el tren es como hacer fila para ver a una estrella de cine. Esperas horas”.
Sin embargo, desde la perspectiva de un economista, el problema es aún mayor. Los 2,2 millones de vehículos diarios que trajinan por el derruido sistema de carreteras de Manila le cuestan al país más de $20.000 millones cada año en productividad perdida y energía desperdiciada, según una investigación reciente del Organismo de Cooperación Internacional de Japón. Se trata de una pérdida grave en una economía de unos $250.000 millones.
“La infraestructura en Filipinas – el transporte, la energía y las comunicaciones – se encuentra en un estado difícil, por decir lo menos”, resaltó el economista Thierry Geiger, experto del Foro Económico Mundial. “Año tras año, cuando les preguntamos a los ejecutivos de negocios basados en el país sobre el estado de la infraestructura, dicen que está mejorando. No obstante, sigue siendo un importante cuello de botella”, añadió.
La de Filipinas ha sido una de las economías de crecimiento más rápido en Asia, en los últimos años. El producto interno bruto subió 7,2% en 2013 y, aunque se espera que se reduzca modestamente este año, seguirá por arriba del 6%, de acuerdo a la mayoría de los analistas regionales. Además de nuevos procesos reestructurados de gasto gubernamental y de liquidar la deuda pública, gran parte de la mejoría en la economía está vinculada a los esfuerzos contra la corrupción que ha desarrollado el presidente Benigno S. Aquino III.
No obstante, los problemas de la infraestructura ahora amenazan con evitar que Filipinas alcance el siguiente nivel, económicamente hablando, y que mejore su base de manufacturas. Estos dilemas han superado a la corrupción como el principal obstáculo económico, se destacó en el más reciente informe sobre competitividad del Foro Económico Mundial, el cual se basa en respuestas de personas que hacen negocios en el país.
Manila está plagada de fallas en la electricidad, escasez crónica de agua, un anticuado sistema de telecomunicaciones, caminos y puentes en deterioro, y un aeropuerto de calidad inferior.
Por ejemplo, es frecuente que la terminal 1 del aeropuerto internacional Ninoy Aquino, donde están basados la mayor parte de los operadores extranjeros que llegan a esta capital y por donde ingresan la mayoría de los visitantes internacionales, aparezca en las listas de los peores aeropuertos del mundo. En 2011, 2012 y de nuevo en 2013, colapsaron partes del techo y, recientemente, se descompuso el sistema de aire acondicionado, por lo que los turistas tenían que aguantar, casi sofocándose.
En abril, el presidente Aquino se disculpó públicamente con los viajeros por este problema. Durante la reunión del Foro Económico, avergonzados funcionarios aeroportuarios tuvieron que usar ventiladores para enfriar el ambiente.
Los problemas de infraestructura se sienten también en otras formas. Muchas partes de Filipinas experimentan apagones regulares, pero, en los últimos meses, las fallas también han golpeado a Manila. Funcionarios de energía dicen que la cantidad insuficiente de plantas eléctricas, en combinación con una mayor demanda, está tensando la red del país.
Aquino ha reconocido en repetidas ocasiones la necesidad de invertir en infraestructura, y en los discursos recientes ha destacado que el Gobierno incrementó el gasto en esta área, de $4.580 millones en 2011 , a poco más de nueve millones de dólares este año.
El impulso principal al programa de infraestructura implica sociedades públicas y privadas. El Gobierno ha identificado 57 proyectos, entre esos, un gasoducto, mejoras a aeropuertos de todo el país, vías rápidas en Manila y áreas circundantes, así como la modernización del sistema de trenes municipales de la capital.
No se ha empezado ninguno de ellos, pero se han otorgado siete contratos, y funcionarios dicen esperar a que por lo menos se den muchos más antes de que Aquino deje el cargo en 2016.
Son altos los riesgos para Filipinas, comentó Frederic Neumann, un director administrativo y jefe adjunto de investigación económica asiática en HSBC.
Neumann comentó que el país se encuentra en lo que algunos economistas llaman un punto demográfico óptimo, en el que millones de jóvenes entrarán en la fuerza laboral. Eso hace que el país sea un destino competitivo para las inversiones en las manufacturas para exportación, que han impulsado a la prosperidad a muchas naciones del este de Asia.
“Es el momento para Filipinas”, dijo Neumann. “China ha sido extraordinariamente competitiva en los últimos 20 años, pero ahora está cambiando a otros tipos de producción por los costos de mano de obra en aumento. Podría retomar donde se quede China”.
Sin embargo, el país no se puede beneficiar de las manufacturas a menos que proporcione infraestructura básica, incluido el suministro confiable de electricidad, así como vialidades y puertos modernos que necesitan los inversionistas extranjeros, señaló Neumann. El sector de servicios, incluida la externalización del proceso empresarial, ha ayudado a impulsar el crecimiento económico en el país, pero podría no soportar a los millones de jóvenes que entran en el mercado laboral.
“Para crear empleos para estos jóvenes, realmente se necesita tener un vibrante sector de manufacturas”, dijo. “El sector de servicios no se reducirá por cuenta propia”.
Richard Javad Heydarian, experto en relaciones exteriores y economía de la Universidad Ateneo de Manila, indicó que si bien las investigaciones sobre la corrupción evitan que se roben los fondos para la infraestructura, también podrían paralizar el gasto.
“Las resultantes luchas políticas internas y las continuas investigaciones podrían enfriar el impulso para el desarrollo sostenido de infraestructura”, destacó. “En resumen, el gobierno de Aquino confronta un gigantesco temporal burocrático y bloqueos políticos para poder ejecutar sus planes de desarrollo de la infraestructura”.
No son buenas noticias para Gem Mallo, de 24 años, empleada de un centro de servicio al cliente, quien pasa de cuatro a cinco horas diarias en el recorrido de un suburbio de Manila hasta su trabajo en el centro de la ciudad. Pone la alarma del reloj a las 3:45 a. m. cada día, esperando poder llegar a las 7 a. m. a su trabajo.
“Duermo cinco horas, paso unas horas con mi familia y luego estoy de vuelta en el autobús”, manifestó la joven.