“Fulanito sabe mucho”, solíamos decir cuando una persona tenía respuestas para muchas preguntas, generalmente puntuales. Hoy, quien más sabe, es Google, porque ahí se encuentran casi todas las respuestas relacionadas con datos. En segundos, cualquiera con un teléfono inteligente nos dice en qué año se escribió la Quinta Sinfonía o en qué fecha fue el desembarco en Normandía, lo cual es un avance notable con respecto a la situación, cuando fuimos escolares, de que cuando la maestra dejaba eso de tarea, había que ir a la biblioteca porque solo ahí encontrábamos enciclopedias.
Conviene hacer una útil distinción que hace Russell Ackoff, en el sentido de que los datos no son información. Ni la información es conocimiento. Ni el conocimiento es sabiduría. Lo que el teléfono inteligente nos da son datos. ¿Cómo haremos para convertirlos en conocimiento? El símbolo del cloro y del sodio son datos. Saber que ambos elementos no se mezclan sino que se combinan, es información. Cómo se combinan para formar sal común y qué relación tiene esta con la presión arterial, es conocimiento. La conveniencia de sustituir la sal en la dieta es sabiduría.
La educación formal ha dedicado muchos esfuerzos en el pasado para proveernos de datos y de información. Los buenos estudiantes procesan esto en forma de conocimientos. Y algunas personas los utilizan con sensatez.
En una situación como la actual ¿Cuál sería la mejor contribución de la educación formal? Debería proporcionar esquemas, mapas de interrelaciones para que los estudiantes vayan ordenando datos e información y con ayuda de los docentes avancen hacia el conocimiento. Así la información que viene de Google no quedaría apilada de manera informe. Un rompecabezas desarmado, es caótico. Pero su diseño tiene la singularidad de que cada pieza sugiere otras. La educación formal tiene que crear formas de que los datos que los estudiantes descubren por ellos mismos, encuentren conceptos ordenadores que los integren en conocimientos significativos. Tiene que entusiasmar para que el estudiante quiera pasarse la vida armando rompecabezas.