Los artefactos físicos, tienen que ser funcionales. Nadie diseñaría una patineta con las ruedas cuadradas.
Asì también han de ser los diseños jurídicos. El diseño jurídico de los partidos políticos, es inadecuado para la realidad presente.
No hay automatismos explícitos que dirijan a los partidos a contribuir al bien común.Los ciudadanos, que como soberanos les dan sustento real, no influyen en las escogencias internas que estos hacen, ni tienen tampoco medios para reclamar cuando les meten gato por liebre.
Es prohibido que una empresa anuncie que el televisor que tiene a la venta hace tal o cual función, si no la hace.
¿Por qué no es prohibido que los partidos ofrezcan cosas que es imposible cumplir, que no han pensado en cómo cumplir o que simplemente no tienen intención de cumplir?
Creo que el votante merece al menos tanta consideración como el consumidor.
¿Cómo se pueden resolver este y otros contrasentidos de la legislación que afecta el funcionamiento del sistema electoral? No lo sé.
Pero le haríamos un flaco servicio a la democracia, si por pereza mental no emprendemos su revisión.
Y sería un grueso pecado contra el pueblo, no querer pensar en eso para que “no nos escupan el asado”¨; para que siga la charanga.
El sistema político da señales de estar deteriorado. La desafección ciudadana por la política irà en aumento.
De quién gane, no depende el mejoramiento de esa situación. Invirtamos afectivamente en esta elección. Votemos dinámicamente.
Que votar sea el paso uno, al cual han de seguir otros pasos para contribuir, como ciudadanos, al mejoramiento del sistema.
Si no lo hacemos nosotros, ciudadanos de a pie, nadie lo hará. Los políticos están muy cómodos en el caos en el cual han aprendido a sobrevivir. Ellos saben pescar en esas aguas revueltas.
La sordera de los políticos a veces no concluye sino cuando una mano escribe en la pared “contado, pesado, dividido” (Daniel 5: 26-28)