A veces vemos venir las olas, todas iguales. De tiempo en tiempo viene una ola grande. Lo que parece se está cocinando en el mundo es un gran sunami socioeconómico-político-cultural, lo que algunos llaman, un cambio de época.
Trabajo a la medida. Abramos perspectivas, situémonos en ángulos desde los cuales no hayamos abordado un tema y podríamos descubrir que otro mundo es posible. No se trata de hacer pronósticos ni de predicar, sino de plantear inquietudes.
Imaginemos una sociedad en la cual las jornadas de trabajo fueran flexibles y las personas pudieran escoger trabajar desde dos hasta doce horas al día. Así tendrían la posibilidad de escoger su combinación más satisfactoria entre ocio y consumo. Si quieren más bistec, trabajan más horas. Si llevan una vida más frugal, pueden disponer de más horas libres.
¿Dedica usted casi todo el santo día a trabajar para consumir o tiene alguna forma de hacerle un campito al ocio?
¿Estaríamos dispuestos a reducir nuestra vida familiar, nuestro descanso, y a trabajar hasta caer exhaustos a cambio de hacer máximo el ingreso?
Para quienes eso es así, la felicidad es una función del consumo. Los otros, estarían dispuestos a obtener menor ingreso a cambio de tiempo de ocio.
Algunos denominan la ansiedad por trabajar más para consumir más, como la carrera de ratas, pensando en esos cilindros giratorios en los cuales una rata corre y corre sin llegar a ninguna parte.
Adquirimos cosas para servirnos de ellas y muchas veces nos transformamos en servidores de ellas o del crédito mediante el cual las adquirimos.
Los monjes, los hippies y muchas otras personas, han aprendido a ganarle al sistema. El sistema está diseñado para llevarnos al consumismo.
La frugalidad y el ocio, dejan una menor huella ecológica que el consumismo. Contaminan más el ambiente las hamburguesas que los conciertos.
El ocio hay que llenarlo. De contemplación, de aprendizaje, de recreación, de deporte, de arte, de meditación.
O dejarlo vacío como pura oportunidad, pura potencia, en lo que se ha denominado il dolce far niente (lo dulce de no hacer nada).