Tokio (Japón). EFE. La designación de Tokio como sede para los Juegos Olímpicos del 2020 ha disparado las expectativas económicas y despertado a las grandes inmobiliarias del país, que se frotan las manos ante el esperado incremento del precio del suelo en la olvidada zona de la bahía tokiota.
Tras la decisión del COI, centenares de tokiotas aprovecharon para celebrarlo por la ciudad, mientras otros acudieron a la zona de la bahía, centro neurálgico del proyecto donde se situará la Villa Olímpica y la mayor parte de las sedes deportivas, a la caza de jugosas inversiones inmobiliarias.
La jornada de puertas abiertas organizada por la empresa Mitsubishi Estate para mostrar su proyecto de apartamentos de lujo Parkhouse Harumi Towers, a pocos metros de la futura residencia de los atletas, duplicó sus visitas esa mañana del 8 de setiembre con respecto a la semana anterior y registró un récord de 10 ventas.
De momento, la zona de la isla de Harumi, elegida para acoger la Villa Olímpica, no es más que un descampado medio abandonado, cerca de la bahía donde predominan la actividad portuaria e industrial y la vegetación crece a su antojo.
Ahí, en un espacio de 44 hectáreas perteneciente al Gobierno Metropolitano de Tokio, se construirá la residencia para los atletas, con capacidad para albergar a cerca 17.000 deportistas en edificios de diseño futurista y amplias zonas verdes, cuyo coste alcanzará los 105.700 millones de yenes (787 millones de euros).
El complejo, que para los Juegos estará perfectamente comunicado con el corazón de la ciudad, servirá además como legado para sus ciudadanos, después de que el Gobierno haya anunciado que, después, sus infraestructuras se transformarán en viviendas para recuperar parte de la inversión y la costosa remodelación del estuario.
Alrededor de la Villa Olímpica, Tokio 2020 contará con decenas de sedes deportivas, nueve de ellas en la zona de Harumi, entre ellas el estadio de voleibol o el centro para deportes acuáticos, lo que ha disparado el precio del suelo al estar considerado como el mayor proyecto urbanístico hoy día en Tokio.
Previsoras, las grandes inmobiliarias ya se pusieron en marcha semanas antes de la designación de la candidatura nipona y firmas como Daiwa House Industry adquirieron terrenos a precios de casi el doble del de mercado.
En concreto, Daiwa, agente inmobiliario y constructor con sede en Osaka, compró un terreno de 3,6 hectáreas en esa zona por 42.100 millones de yenes (313 millones de euros) , muy por encima del valor de la segunda puja de 23.000 millones de yenes (171 millones de euros).
Pero este no es el único terreno que se encuentra desocupado, ya que la bahía alberga vastas zonas libres en la contigua isla de Ariake, en la que el Gobierno tokiota cuenta con unas 20 hectáreas destinadas a la construcción de sedes temporales para los Juegos que, tras el evento, serían subastados.
Actualmente, en el distrito de Ariake, rodeado de centros comerciales, almacenes, fábricas, un estadio cubierto de tenis y el recinto ferial Tokyo Big Sight, viven cerca de 7.000 personas, una cifra que se espera se llegue a elevar hasta los 38.000 ciudadanos gracias a los Juegos, según estima el cabildo.
Además, en esa zona de islas artificiales, en concreto en Toyosu, está proyectado a partir del 2015 el traslado de la histórica lonja de pescado de Tsukiji, la mayor del mundo y uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad, en un movimiento que esperan pueda animar aun más la zona.
De lo que nadie habla es sobre la posibilidad de que, en lugar de bonanza, Tokio 2020 provoque una “burbuja olímpica”, sobre todo después de las graves consecuencias que la crisis inmobiliaria provocó en Tokio a finales de los 80.