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Álvaro Cedeño: El témpano de hielo

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Ya sabemos que la buena comunicación consiste en saber escuchar. Y saber escuchar es, esencialmente, darle pelota al otro. Ahora, algo más. Comunicamos lo menos posible. Somos cautelosos. Nunca comunicamos todo de una vez. Probamos la temperatura con el pie, antes de echarnos al agua. Tememos que no se nos acoja. Por eso, conviene que, al recibir un mensaje, siempre supongamos que lo que se nos ha dicho, es apenas la punta del témpano. Debajo de la línea de flotación, hay más para comunicar, en caso de obtener una buena acogida.








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