Panama Papers tiene la pretensión de hacer creer al mundo que los creadores de riqueza son los malos de la película y que los reguladores y autoridades son los buenos. Es más que evidente que los hechos apuntan –de momento, al menos– a dos puntos previsibles en el sensacionalismo.
Fueron los políticos quienes de inmediato tuvieron que tomar acciones: el primer ministro islandés dimite en la misma semana del escándalo. También lo hace, el ministro de finanzas español y, en la misma línea, resultó que un banco suizo de gran renombre usaba la firma hackeada en Panamá para maquilar o maquillar el formulario Conozca a su cliente .
Lo segundo –y lo que estaba de fondo–, es que Panamá ha tenido que acceder al acto de revés planteado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que inclusive convocó, al puro estilo conclave papal, a todos los directores de las administraciones tributarias en París. Allí se plantearon acciones coherentes de forma conjunta para lograr que Panamá accediera a pasar de los instrumentos bilaterales suscritos a uno de intercambio fiscal multilateral.
Ante los recientes hechos, Panamá, por primera vez, cambió su posición de un “no absoluto” al convenio de intercambio fiscal multilateral a un “estamos dispuestos a hablar”. Por su parte, diversas jurisdicciones han tomado acciones, desde las más agresivas e irrespetuosas como la de Francia, que ha vuelto a agregar a Panamá en su lista de paraísos fiscales. Otros, como Costa Rica, hacen una llamada a Panamá para sentarse a hablar de intercambio de información.
¿Qué fue lo que se acabó con Panama Papers ? ¿La posibilidad de usar jurisdicciones de conveniencia? Creo que Panamá ha sido el chivo expiatorio de un aleccionamiento a todo modo de refugio, sea en el país que sea, que carezca de las tres piezas fundamentales de los Base Erosion and Profit Shifting ( BEPS ): la transparencia, la coherencia y la sustancia. Es solo un tema de a quién le tocó sentarse en el banquillo, no por ser el único pero sí el más autónomo y vehemente en la confrontación con la OCDE.
¿Se acabó la posibilidad de hacer planificación fiscal? No. Pero debe complementarse diciendo que sí acabó la era de la mera conformación de vehículos de conducción de rentas, carentes de arreglo con las reglas internacionales adoptadas en BEPS.