Entre el 2010 y 2015 los hogares que pagan educación privada, desde preparatoria hasta universidad, debieron desembolsar cada año más de los ingresos que perciben.
Los costos de las mensualidades de la educación preescolar subieron en ese periodo un 65%, los de primaria y secundaria un 58% y los de la superior, un 43%, según los datos del índice de precios al consumidor.
Estos aumentos superan las variaciones en las entradas de dinero de los hogares de todos los estratos, aunque son especialmente los de ingresos medios y altos quienes pagan por este tipo de enseñanza.
En el país un 19% de los estudiantes asisten a centros particulares, como promedio, pero hay grandes diferencias por nivel, según detalla el estudio El gasto de los hogares en servicios educativos en Costa Rica durante el 2013, que realizó el investigador Juan Diego Trejos, para el Programa Estado de la Educación.
La investigación se basa en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos que se realizó ese año.
Según el análisis de Trejos, estos estudiantes provienen en su mayoría de hogares ubicados en el quinto quintil (el 20% más rico), pero también hay una participación importante del cuarto quintil (el 20% que le sigue hacia abajo) y del tercer quintil (estrato medio).
De acuerdo con la Encuesta de Hogares del 2015, las familias del tercer quintil recibieron en el 2015 un ingreso promedio al mes de ¢724.950; los el cuarto de ¢1.108.593 y los del quinto, de ¢2.559.335.
¿Por qué si crece, se paga? Para el exministro de Educación, Leonardo Garnier, decir que el alza en el precio de la educación reduce el ingreso real de los hogares es un error pues quienes pagan más por ella es porque quieren una enseñanza más cara.
Argumentó que el uso de la educación privada tiene dos componentes: el factor propiamente educativo y el factor de estatus. Es decir, que las familias pagan por una formación que suponen mejor y porque quieren que sus hijos estén con gente como ellos.
Para Trejos hay dos grupos: los que desembolsan por una educación básica de élite donde se cumple el deseo de la calidad y el roce y otro grupo de escuelas privadas más baratas que pagan los grupos medios, más preocupados por la calidad que por el roce.
En el caso de la educación superior hay lo que Trejos llama una “demanda cautiva” pues generalmente es gente que no logró entrar a la universidad pública.
“Esa gente que queda fuera no tiene más opción que buscar en la universidad privada, eso le da poder de mercado a la misma para ajustar tarifas por encima de la inflación”, opinó Trejos.
Para la coordinadora del Estado de la Educación, Isabel Román, los datos dan señales de varios temas que se deben revisar.
Por ejemplo, las deficiencias en la oferta pública en áreas como idiomas, especialmente en el inglés, a excepción de algunos casos como los colegios bilingües; el acceso a la educación superior pública, donde la matrícula subió más de 50% en los últimos 14 años, pero el esfuerzo debe ampliarse y la forma de definir los aumentos para las universidades privadas, la cual no ha sido necesariamente la mejor.
También comentó que el gasto de los hogares en estos centros alcanza el 0,8% de la producción.
“Suma nada despreciable y que da cuenta de las dimensiones de este negocio en el país sobre el cual no se paga impuestos y no hay controles”, señaló.
Se intentó tener la opinión del Ministerio de Educación y del Consejo Nacional de Enseñanza Superior Universitaria Privada, pero no fue posible.