La economía tiene diversas formas de recomponer los aspectos que, en forma intrínseca o extrínseca, alteran el comportamiento de las variables más importantes que marcan la vitalidad de un sistema económico.
Dentro de estas variables importantes se observa la producción, el ahorro, la inversión, las tasas de interés, el tipo de cambio, el empleo público y privado, el resultado de la balanza comercial, la condición de las reservas de divisas del Banco Central y, finalmente, el resultado fiscal.
La condición de todas estas variables es de orden interdependiente, no pueden evaluarse de forma independiente como buenas o no, sino que es necesario realizar una evaluación de ellas en su conjunto y en relación con los objetivos país. Este es uno de los aspectos fundamentales que se toma en cuenta por parte de las entidades internacionales de calificación de la nota conocida como riesgo país, y en la calificación en consecuencia de los títulos emitidos por el Gobierno, así como los títulos de los agentes privados que tienen como techo la misma nota que tenga el país.
Da gran pesar escuchar los lamentos de la maquinaria económica del Poder Ejecutivo cuando dice avergonzarse de las notas que nos califican, acompañando sus lamentos de la incapacidad del manejo económico, sin más que hacer que buscar cargar las espaldas de quienes ya tributan, manteniendo las escandalosas bolsas de fraude y rehusar reformar el Estado, creando una institución regente de cada sector, eliminando las redundancias y los costos e ineficiencias.
Sabemos que esto es un legado histórico de muchos gobiernos anteriores, pero eso no es excusa para dejar de hacer lo que corresponde; va a doler como extirpar un cáncer, pero la decisión país debe estar por encima de esas consideraciones individuales.
Hay que promover la reactivación del sector productivo privado para la generación de empleo, de nueva riqueza, para la generación de valor en la cadena de un círculo virtuoso de crecimiento, donde la seguridad jurídica sea la piedra angular del desarrollo.
Es al Poder Ejecutivo a quien toca tomar acciones y decisiones valientes aunque impopulares, debe parar el baile del gigantismo estatal y las concesiones a sus funcionarios; es momento de construir de manera sensata. Ahí el sector privado estaría a favor de cooperar con lo que más duele, el pago de los impuestos.